Este modelo no es nuevo en el mundo, pero creo que sería bastante bueno tratar de imitar algo similar en nuestro país.
![]() |
¡Viva Chile! |
Un sistema que ya lo usan algunas potencias
Estados Unidos, por ejemplo, lo aplica desde hace décadas mediante su programa EB-5, que otorga residencia a quienes invierten desde 1 millón de dólares (o 800 mil en ciertas zonas). Si consideramos ese parámetro, la propuesta de aplicarlo en Chile con un umbral de 500 mil dólares no parece desmedida, considerando que nuestra economía difícilmente podría competir con la norteamericana. De hecho, hacer esto en nuestro país podría transformarse en una política concreta para atraer proyectos en áreas como el turismo, la innovación tecnológica, la energía limpia o la diversificación productiva.
La Constitución y las leyes chilenas de nacionalidad y extranjería ya reconocen distintos criterios para acceder a la ciudadanía: residencia, tiempo de permanencia legal, conducta intachable y arraigo con Chile. Sumar la inversión como otro elemento alternativo no significaría desnaturalizar el sistema, sino ajustarlo a las exigencias de una economía que necesita nuevas fuentes de dinamismo.
Un interesante debate político y jurídico
Por supuesto, el debate jurídico-político no es menor. Habrá quienes cuestionen si esto vulnera el principio de igualdad ante la ley. Pero conviene recordar que el Estado ya establece incentivos diferenciados en materia tributaria, aduanera o habitacional, precisamente porque reconoce que ciertos aportes generan un beneficio mayor a la sociedad. ¿Por qué no pensar lo mismo respecto a quienes, además de traer capital, generan empleo y redes de desarrollo dentro de una economía que requiere con urgencia de nuevos inversionistas?
Eso sí, el modelo debe cuidarse de caer en lo que algunos países hicieron mal: “vender pasaportes” sin exigencias de inversión real. Chile, con su institucionalidad sólida, puede establecer condiciones estrictas y transparentes, exigiendo que los capitales se traduzcan en proyectos tangibles y de impacto profundo.
Una herramienta para fomentar la inversión en Chile
Más que un atajo migratorio, se trata de una herramienta de política económica. Una fórmula para fortalecer la inversión, generar empleo y, de paso, ofrecer un reconocimiento jurídico a quienes creen en nuestro país.
Y aquí es donde la derecha debe asumir un rol claro y potente: no se puede seguir atrapados en un discurso xenófobo y proteccionista que sólo mira la migración desde la óptica del orden público. Hay inmigrantes buenos y malos, y además hay otros que además de ser buenos podrían ayudar con fuerza a levantar nuestra alicaída economía.
La migración también puede ser motor de crecimiento, siempre que se ordene bajo criterios de mérito, aporte y responsabilidad. Mientras la izquierda insiste en regulaciones ambiguas y trabas ideológicas, corresponde a la centroderecha levantar propuestas concretas que den certezas, orden jurídico y generen desarrollo a la nación.
Chile necesita audacia, pero también realismo. Si queremos un país competitivo, que vuelva a crecer con fuerza y sin complejos, debemos abrirnos a ideas como la nacionalidad por inversión. No es regalar ciudadanía: es premiar a quienes de verdad deciden jugársela por Chile.
No hay comentarios:
Publicar un comentario