viernes, 29 de agosto de 2025

El silencio de los candidatos frente a dos deudas pendientes: estadios y patrimonio

Mientras la permisología frena proyectos deportivos como el estadio de la U, los monumentos quemados en el estallido siguen en ruinas. Dos temas invisibles en la agenda de los aspirantes al sillón presidencial.


Debate presidencial.
En medio de la carrera presidencial, abundan las promesas sobre seguridad, pensiones y crecimiento económico, lo cual es muy bueno para el país. Sin embargo, hay dos materias de alta relevancia nacional que brillan por su ausencia en los discursos: la infraestructura deportiva y la reconstrucción de monumentos históricos dañados durante el horroroso estallido delictual.

Chile, un país sin estadios

El primer punto no es menor. En Chile, levantar un estadio se ha transformado en una verdadera odisea burocrática. La permisología es interminable, tortuosa y agobiante: trámites que se dilatan por años, exigencias ambientales inauditas y poco realistas, y para peor de males una falta de coordinación estatal que termina desincentivando cualquier iniciativa. El caso más emblemático y lamentable es el de Universidad de Chile, que desde hace décadas lucha sin éxito por concretar su anhelado estadio propio. Una institución con millones de hinchas y con un impacto cultural enorme en el país, sigue entrampada en una burocracia paquidérmica, sin que exista voluntad política para facilitar un proyecto que, en cualquier nación con visión de futuro, sería considerado un aporte al deporte, la identidad y la cohesión social.

Monumentos en ruinas por culpa del terrorismo

El segundo tema habla de memoria y dignidad. Iglesias, templos, edificios históricos y obras patrimoniales quedaron reducidos a cenizas en medio de los brutales hechos de violencia de 2019. Que muchos de ellos aún permanezcan en ruinas refleja la indolencia absoluta de parte del Estado frente al patrimonio cultural. Reconstruirlos no es sólo una cuestión estética: implica reafirmar nuestra identidad, nuestro respeto por la historia y nuestra capacidad de sanar heridas colectivas.

Dos deudas pendientes que ningún candidato parece dispuesto a enfrentar. Y, sin embargo, son símbolos del país que podríamos llegar a ser: uno que se toma en serio su futuro, o uno que sigue mirando hacia el lado cuando se trata de temas que también son significativos e importantes.

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