miércoles, 18 de junio de 2025

El verdadero freno al desarrollo: la amenaza latente del octubrismo

Mientras la ultraizquierda criolla siga romantizando el terrorismo urbano, Chile no podrá despegar económicamente como país.


En Chile, la inestabilidad económica no se explica únicamente por los vaivenes internacionales o los errores de política fiscal. Existe un factor mucho más profundo, más corrosivo y persistentemente ignorado por ciertos sectores: la amenaza latente del octubrismo. Mientras la ultraizquierda no descarte de manera tajante volver a activar un estallido delictual —ese que algunos siguen llamando con candidez “estallido social”—, el país seguirá sumido en una incertidumbre estructural que ninguna elección resolverá, ni siquiera con un triunfo claro de la centroderecha o la derecha.

Un punto de inflexión en la política chilena

Estallido terrorista.
El 18 de octubre de 2019 fue un punto de inflexión. No por las demandas —algunas de ellas legítimas en su origen— sino por la forma en que fueron secuestradas por grupos violentos, anarquistas, terroristas, lumpen e ideólogos radicalizados que encontraron en el caos una oportunidad política. Lo que debía ser un momento de reflexión nacional se transformó en una orgía de saqueos a centros comerciales, incendios en templos e iglesias, destrucción del transporte público y ataques a cuarteles. Y lo más preocupante es que, hasta el día de hoy, muchos líderes de izquierda radical ni siquiera han hecho una autocrítica real. Al contrario: se mueven con la amenaza implícita de que si el modelo no se reforma a su gusto, o si la derecha vuelve a ganar una elección presidencial, el país puede volver a arder.

Este chantaje ideológico, este “si no nos escuchan, rompemos todo”, genera una profunda desconfianza estructural en el mercado, paraliza la inversión, endurece la toma de decisiones y mantiene al empresariado a la defensiva. ¿Qué sentido tiene arriesgar capital en un país donde el orden público es frágil y donde sectores del Congreso aún justifican el sabotaje vandálico como forma de presión?

Por eso, incluso si en 2025 Chile elige un gobierno de derecha o centroderecha, con una agenda clara de crecimiento, seguridad y recuperación institucional, el desafío de fondo seguirá siendo el mismo: la amenaza insurreccional de los comunistas y anarquistas no ha desaparecido. Es más, pareciera estar agazapada, esperando un nuevo momento de debilidad para volver a irrumpir con la brutalidad y violencia que sólo ellos conocen.

No basta sólo con una solución política

La solución no es solo política, sino también cultural. El país debe recuperar la legitimidad del orden, del mérito y de la responsabilidad individual. Es urgente desromantizar el octubrismo y ponerle fin a la indulgencia con la violencia disfrazada de causa. Solo así Chile podrá volver a crecer con certezas, sin temer que cada ciclo electoral o desacuerdo legislativo sea la antesala de una nueva turba incendiaria.

Porque no hay reforma ni crecimiento posible en un país que vive con miedo al próximo estallido terrorista, como esa nefasta insurrección que ya tuvimos hace pocos años atrás.

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