jueves, 6 de febrero de 2025

La derecha chilena necesita una "tercera vía"

Ni la centroderecha blandengue y entreguista ni tampoco la ultraderecha fanática y xenófoba son la solución que requiere nuestro país. Se necesita un punto intermedio entre ambas.

La derecha chilena atraviesa un momento crítico. Su actual configuración parece reducirse a dos polos opuestos, e igualmente defectuosos: por un lado, una centroderecha blandengue y timorata, siempre dispuesta a ceder ante la hegemonía cultural de la izquierda, incapaz de defender los principios de derecha con convicción y constantemente en búsqueda de validación en espacios donde nunca será aceptada. Dicho de otro modo, la centroderecha busca ser aplaudida por aquellos que, de todas formas, siempre la van a odiar, a despreciar y se van a reír de ella por su candidez e inocencia. Por otro lado, en el otro extremo tenemos a una ultraderecha intransigente, aferrada a discursos que la alejan de la realidad del país, con una visión simplista y reduccionista de los problemas, que muchas veces cae en el fanatismo y en un grado evidente de xenofobia. En este panorama, no hay espacio para un sector de derecha que conjugue firmeza con sensatez.

Se necesita con urgencia "una nueva derecha"

Por un Chile mejor.
Chile necesita otra alternativa. Una "tercera vía" en la derecha que no sea ni una versión diluida de la izquierda ni tampoco un grupo ultrón atrapado en una burbuja ideológica reaccionaria. Se requiere una derecha que comprenda la importancia de los valores tradicionales, pero que no trate de imponerlos con rigidez doctrinaria. Que defienda la libertad económica siempre, que no le tema a bajar los impuestos. Que entienda que en seguridad pública se tiene que tener mano dura con los delincuentes. Pero también que se oponga siempre a la xenofobia y a meter a todos los inmigrantes en el mismo saco, entendiendo que hay inmigrantes buenos y malos, ya que no todos son iguales. Y también, tiene que ser una ideología que tenga siempre presente el norte de proteger y cuidar el ecosistema, y jamás atreverse ni siquiera a poner en duda el nefasto impacto global que provoca el cambio climático para la biósfera que nos rodea.

Esa derecha alternativa tendría que reconstruir un ideario moderno y coherente, capaz de disputar el sentido común del país sin complejos, pero también sin extremismos ni discursos supremacistas. Debería ser una derecha capaz de articular un discurso donde la identidad nacional y el orgullo patrio no deriven en xenofobia, y donde la defensa de la ley y el orden no se confunda con la negación de problemas sociales profundos. También debería ser una derecha que no tema en desafiar a la izquierda en el ámbito cultural, que no sólo se limite a gestionar los modelos que el socialismo y el neomarxismo imponen día a día en diversos estamentos de la sociedad.

La "tercera vía" hay que buscarla, no llegará sola

El vacío que existe entre la derecha blanda y la ultraderecha es una oportunidad. Pero esa tercera vía no nacerá sola. Requiere liderazgos claros, propuestas concretas y un compromiso real con un Chile libre, próspero y seguro. La pregunta es: ¿Habrá quienes estén dispuestos a construirla?, ¿habrán políticos valientes que se atrevan a conjugar lo bueno de cada uno de los otros dos sectores y a desechar lo malo, para dar origen a una derecha que sea "derecha-derecha", ni centroderecha pero tampoco ultraderecha?

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