¿Puede existir algo más injusto que el cobro de contribuciones?, un impuesto que al fin y al cabo termina siendo un verdadero robo.
Siempre se dice que los adultos mayores deben ser respetados por la sociedad, pero al ser llevado a la práctica muy poco de esto se materializa. Hay tratos que indignan y generan impotencia. A causa de los cambios generacionales, por problemas de salud, o por incapacidad para adaptarse a los cambios tecnológicos, muchos ancianos han colapsado emocionalmente en el último tiempo. Y ni hablar de la peor de las injusticias que a un grupo importante de adultos mayores los afecta: el pago de contribuciones.
Las
contribuciones son un impuesto que se paga cuatro veces al año y en forma
perpetua por una propiedad que a uno ya le pertenece, y que ya fue costeada. Y
para peor de males, ahora con la pandemia ya ni siquiera se puede pagar en
físicamente la Tesorería, sino que a la persona le dicen que “hay que
pagarlo online”; una burla para quienes no son nativos digitales, y ni
pensar el drama que eso es para los ancianos que viven solos y que nadie les
puede ayudar... incomprensión absoluta. Eso sí que es violento, y ningún
político dice nada al respecto.
De
todos los impuestos que existen, las contribuciones son por lejos el más
injusto de todos. Alguien que ha juntado dinero para comprar una o más
propiedades con mucho esfuerzo, justamente es para tener a futuro una vejez un
poco más digna, y así poder palear las oscilantes vicisitudes de tener que
depender de pensiones escasas que muchas veces apenas alcanzan para costear la
salud y parte de la alimentación. Pero seguir cobrándonos contribuciones toda
la vida es un portazo en la cara a miles de adultos mayores que han trabajado
en forma ardua para pasar sus últimos años en forma decente.
Agradecería
que este tema se meditara en conciencia por quienes son los que tienen que
tomar las riendas del país. Espero que algún día alguien solucione esta
descomunal injusticia, y se encuentre la forma de enmendar este problema que en
muchas oportunidades se transforma en un verdadero escombro en el camino para
miles de jubilados, y que sólo aporta más dificultades a una etapa de la vida
que de por sí muchas veces no es fácil de sobrellevar por parte de nuestros
ancianos.
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