Durante el verano del hemisferio norte, en el año 1997, fue realizado uno de los hallazgos paleontológicos más impresionantes de los que se tenga conocimiento: un mamut enterrado en barro y hielo, el cual se encontraba en intacto estado de conservación. Este descubrimiento fue hecho casualmente por un niño de nueve años que caminaba junto a su padre en los gélidos páramos de la Península de Taimyr, al norte de Rusia.
El mamut que tuvo que volar... |
El ejemplar era un mamut lanudo, especie cuyo nombre científico es Mammuthus primigenius. El animal muerto y congelado fue extraído en un bloque de permafrost de 23 toneladas, y transportado en helicóptero para ser investigado. Debido al apellido del niño que lo encontró, al proboscídeo prehistórico se le bautizó como Mamut de Jarkov.
Originalmente, lo que el niño vio fueron los dos impresionantes y encorvados colmillos de 1,8 metros de largo, parte de los cuales salían hasta la superficie. Se ha logrado determinar que este mamífero habitó en el lugar hace unos dieciocho mil años, durante el Pleistoceno tardío. Los últimos mamut que existieron sobre la faz de La Tierra se extinguieron hace apenas unos 3.700 años.
Este ejemplar es considerado como el mamut en mejor estado de conservación que se ha encontrado. Incluso tiene su piel y su pelaje intacto. De hecho, en más de alguna oportunidad se ha especulado con la posibilidad de clonarlo para algún día obtener un mamut lanudo vivo, pero según el experto Alexei Tikhonov esto es imposible, ya que para ello se necesita que haya al menos una célula activa en este cadáver, lo cual no se da en este caso.
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