En política cuesta mucho lograr un equilibrio. Siendo yo una persona ciento por ciento de derecha, pero con ideas propias, a veces me cuesta encasillarme dentro de un sector político determinado. Soy un fiel partidario del Gobierno Militar, de la Economía de Libre Mercado, y de los ideales de la mentalidad conservadora; sin embargo me considero como total y absolutamente contrario al racismo y la xenofobia, sentimientos que son muy habituales dentro de la ultraderecha.
No discriminemos al inmigrante. |
Chile necesita de una derecha sin complejos, que no reniegue de los principios históricos, valóricos y económicos de la derecha tradicional, pero que a la vez posea conciencia social y que no discrimine a los inmigrantes que año a año llegan a nuestro territorio para tratar de rehacer su vida, sumándose a la fuerza laboral de nuestro querido país. Dicho de otra forma, siento que ser anticomunista y antixenofobia no necesariamente son temas antagónicos, sino que pueden y deben ser complementarios. Lo repito: debemos ser una derecha sin complejos y frontal, pero jamás dejar de lado aquel matiz social que tiene esa raíz humanista cristiana del conservadurismo occidental.
Habitualmente en redes sociales uno ve comentarios horribles de gente de derecha contra los inmigrantes, diciendo que "todos los venezolanos son chavistas", que "todos los colombianos son narcotraficantes" y que "todos los haitianos son flojos". Eso me parece en verdad repudiable. A mí al menos no me gustaría que llegara alguien y dijera que "todos los chilenos son pirómanos", en clara alusión a la Revolución Terrorista ocurrida acá hasta hace pocos meses atrás. Y justamente por eso, creo que en la derecha tenemos que ser radicales en no aceptar la xenofobia en nuestra sociedad, ya que ese es un sentimiento muy feo que se cimenta en una nefasta base que valida discriminar a alguien sólo por su origen geográfico, sin importar si es una buena o mala persona.
Empatía. Esa es la palabra clave. Nadie está hablando de discursos "buenistas", ni mucho menos. Es simplemente no discriminar a gente que puede ser tan decente como nosotros, e incluso más. Obviamente todo esto que acá comento no es extrapolable a aquellos inmigrantes que son delincuentes, ya que al delincuente hay que tratarlo tal como se lo merece, sin importar si es de origen chileno u extranjero. Pero al menos con el inmigrante honesto que sólo viene a buscar trabajo, tratémoslo con el respeto que se merece. Y ojo que no hablo tampoco de "hacer caridad", como algunos lo dicen en tono despectivo, sino que sólo en saber ponernos en el lugar de esa persona que -por una u otra circunstancia- debió dejarlo todo para emprender una nueva vida en otra nación.
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