"Chile cambió". El que era el dicho emblemático de quienes apoyaban (y siguen apoyando) a la Revolución Terrorista del Octubre Rojo demostró ser cierto. Chile cambió, pero para mal. Si bien nuestro país no era un país perfecto, tenía la Economía más estable de la región, y por algo era el destino elegido por miles de personas inmigrantes que decidían hacer de éste su nuevo hogar. Pero a partir del ya fatídico 18 de octubre en adelante, la normalidad (palabra que irrita a los talibanes de ultraizquierda) pasó a ser sinónimo de caos, quiebras, desorden, anarquía, miseria y destrucción. Lamentablemente, los chilenos nos acostumbramos a un Chile que cambió, pero que cambió para mal.
El nefasto legado de los terroristas. |
A comienzos de esta semana, la mítica Fuente Alemana (uno de los restaurantes más emblemáticos de Santiago) anunció su cierre. Una pena. A ese local antes le iba muy bien, pero al quedar a una cuadra de la Plaza Baquedano tuvo que aguantar más de seis meses ser parte del epicentro de las protestas y el vandalismo de ese grupo de terroristas autodenominados "La Primera Línea". Sus trabajadores durante ese tiempo incluso tenían que dormir en el local para evitar que fuera saqueado. A ese ritmo nadie aguanta. Y lo mismo ya ha ocurrido con cientos de tiendas, locales comerciales y cafés de buena parte del centro de la capital.
Una pyme (denominación usada para referirse a las pequeñas y medianas empresas) con las espaldas económicas de la Fuente Alemana puede aguantar una crisis, pero no dos. Y eso concierne a las pymes que tenían buenos ingresos, ya que muchas ni siquiera pudieron soportar los primeros meses de la Revolución Terrorista (tiernamente llamada "Estallido Social" por los ilusos y fanáticos de siempre).
La Revolución Terrorista dejó agonizando a cientos o miles de pymes, y después vino el maldito coronavirus que simplemente les puso la lápida. El Covid19 ha sido desastroso para el mundo entero, pero para Chile fue algo especial, ya que económicamente se sumó a la catarsis ocasionada por los meses de vandalismo por parte de orcos. Sin embargo hay una gran diferencia entre ambos: el coronavirus es una patología que no se podía evitar, en cambio la Revolución Vandálica fue un desastre planificado y maquinado sólo para expulsar a un presidente que no le gusta a la ultraizquierda.
La suma de estos dos sucesos fue una daga directo al corazón no sólo para la Economía chilena, sino que también para el bolsillo de miles de familias que perdieron todo su sustento, y también todas sus esperanzas... Pero al menos podemos decir que "Chile cambió", ¿acaso ese era el cambio que tanto querían?
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