Miguel Grau. |
La Guerra del Pacífico fue un enfrentamiento bélico que marcó para siempre a Chile, Perú y Bolivia. Pero dentro de todo lo malo que pudo haber sido una guerra, vale la pena rescatar -y preservar como un verdadero ejemplo de rectitud- la decencia y educación a toda prueba de don Miguel Grau, marino peruano que estaba al mando del poderoso monitor Huáscar. Una vez concluido el Combate Naval de Iquique, el almirante de dicho acorazado tomó pluma y papel y escribió una emotiva pero contundente carta para entregar sus condolencias a doña Carmela Carvajal, viuda de Arturo Prat. El respeto que sentían Grau y Prat era mutuo. Prat quedó inmortalizado como un mártir que pasó a la historia; Grau como el caballero de los mares que siempre fue.
Acá les dejo las emotivas palabras del almirante Grau a doña Carmela Carvajal. Frases simples pero estremecedoras. Claro, eran otros tiempos, y también otros valores y otra formación:
Monitor Huáscar
Al ancla, Pisagua, Junio 2 de 1879 Dignísima señora:
Un sagrado deber me autoriza a dirigirme a Ud. y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que hoy justamente debe dominarla. En el combate naval del 21 pasado que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo, el capitán de fragata don Arturo Prat, comandante de la “Esmeralda”, como usted no lo ignorara ya, fue víctima de su temerario arrojo en defensa y gloria de la bandera de su patria. Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo, cumplo con el penoso y triste deber de enviarle las para usted inestimables prendas que se encontraron en su poder, y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.
Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro, señora, la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respetos con que me suscribo de usted, señora, muy afectísimo seguro servidor.
Miguel Grau
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