El ídolo de la ultraizquierda chilena nunca fue un demócrata, tal como hoy en día los políticos y la prensa tratan de pintarlo.
La figura de Salvador Allende ha sido objeto de intensos debates históricos e ideológicos, pero al margen de las simpatías políticas de parte de la izquierda y la ultraizquierda criolla, existen hechos objetivos que permiten afirmar que su gobierno tuvo evidentes rasgos propios de una dictadura. Su gestión entre 1970 y 1973 no sólo fue caótica y desastrosa en términos económicos, sino que también transgredió de manera sistemática los límites legales e institucionales del Estado de Derecho chileno.
Un Presidente que violó la Constitución
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Allende disparando. |
Por otro lado, los otros dos poderes del Estado —el Congreso Nacional y la Corte Suprema— declararon su gobierno como inconstitucional. En agosto de 1973, el Parlamento emitió un acuerdo histórico en el que denunciaba que el Presidente no respetaba las leyes ni las instituciones, y que estaba impulsando una política orientada a establecer un régimen totalitario. La Corte Suprema, por su parte, respaldó esta denuncia al constatar reiteradas transgresiones al orden institucional.
Asimismo, el gobierno de la Unidad Popular colaboró activamente con organizaciones armadas como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Grupo de Amigos Personales (GAP), ambos comprometidos con la lucha armada y el uso de la violencia política en contra de sus opositores. Estas agrupaciones terroristas operaban con impunidad, incluso con recursos del Estado, y en ocasiones fueron utilizadas como fuerzas paralelas de represión o protección presidencial, al margen de las fuerzas legales del país. Su símil con lo que hoy en día hace Nicolás Maduro en Venezuela es evidente.
Un desastre económico nunca antes visto
En el plano económico, Allende aplicó un programa radical de nacionalizaciones y controles de precios que devastó la economía nacional. La inflación superó el 600% en 1973, el desabastecimiento se volvió generalizado y las colas para conseguir productos básicos eran parte del día a día. La escasez alimentaria provocada por el colapso del aparato productivo sumió al país en una crisis humanitaria, con sectores de la población enfrentando niveles de hambre y pobreza no vistos en toda la historia de nuestro país. Un espanto por donde se le quiera ver.
Las expropiaciones violentas de tierras se realizaron en repetidas ocasiones por medio de la fuerza, sin cumplir con las garantías constitucionales ni respetar el derecho de propiedad. Se trató de una reforma agraria descontrolada, que generó temor e inseguridad jurídica, paralizó la producción agrícola y contribuyó a una profunda polarización social.
En definitiva, el inepto de Salvador Allende gobernó al margen de la legalidad, debilitando las instituciones republicanas, fomentando la violencia política e imponiendo un modelo económico fracasado que llevó a la ruina a millones de chilenos. Su catastrófica presidencia, lejos de representar un modelo democrático, dejó al país al borde del colapso institucional y económico, con graves consecuencias que aún resuenan en la memoria colectiva. Sólo un comunista o un socialista fanático podría darse el lujo de decir lo contrario.
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