miércoles, 2 de abril de 2025

La arriesgada apuesta de Matthei: ¿jugada maestra o suicidio político?

Mientras la mayoría de los candidatos apuesta a pasar a la segunda vuelta, Evelyn Matthei se juega todas sus cartas por ganar esa segunda vuelta... aunque todavía no tiene asegurado su paso al balotaje, ni mucho menos. 


A medida que se acerca la elección presidencial de noviembre de 2025, las estrategias de los principales candidatos empiezan a perfilarse con mayor claridad. Entre ellas, la de Evelyn Matthei destaca por su audacia, aunque para otros puede ser también falta de prudencia o demasiado pragmatismo: la alcaldesa de Providencia ha optado por un giro hacia el centro, convencida de que su verdadera batalla no está en la primera vuelta, sino en el balotaje. Es un cálculo político interesante, pero también altamente riesgoso.

Una difícil apuesta en tiempos de polarización extrema

Evelyn Matthei.
Matthei sabe que en un hipotético enfrentamiento en segunda vuelta frente a un candidato(a) de izquierda o de ultraizquierda, ella tendría mayores posibilidades de éxito que figuras como Johannes Kaiser o José Antonio Kast. A diferencia de estos últimos, cuya retórica los encasilla en un electorado más ideologizado y heterogéneo, ella busca ampliar su base de apoyo captando a los sectores moderados que podrían rechazar una candidatura cercana al Comunismo o al Neomarxismo.

La imagen de liderazgo pragmático de la exalcaldesa, y su experiencia política, podrían convertirla en una opción más viable para el votante promedio, especialmente en un Chile donde el péndulo político ha oscilado con fuerza en los últimos años.

Una estrategia peligrosa que puede quedar en nada

Sin embargo, esta estrategia no está exenta de peligros. Al moderar su discurso y buscar seducir a un electorado más amplio, Matthei corre el riesgo de alienar a los sectores más duros de la derecha, aquellos que podrían preferir un candidato mucho más ortodoxo y tradicional como Kast, o incluso un outsider  sin concesiones como Kaiser. En un escenario de fragmentación de la derecha, su apuesta podría terminar siendo un tiro por la culata: sin suficiente apoyo en la primera vuelta, su camino al balotaje se volvería imposible. O peor aún para sus aspiraciones: podría quedar tercera, y quedarse sin segunda vuelta, tal como hace cuatro años le pasó a Sebastián Sichel.

Por otro lado, su acercamiento al centro podría no ser suficiente para capturar a votantes que, ante la disyuntiva, prefieran opciones como las de la izquierda, el populismo emergente de ultraizquierda, o el discurso identitario de la derecha más dura. La crisis de los partidos tradicionales y el desgaste de las figuras políticas establecidas hacen que el electorado sea cada vez más volátil e impredecible. En este contexto, la línea que separa una jugada maestra de un suicidio político es cada vez más delgada.

El todo o nada en tiempos difíciles

El dilema de Matthei es claro: si se mantiene fiel a su estrategia y logra pasar a segunda vuelta, podría consolidarse como la gran alternativa a la izquierda. Pero si su intento de capturar el centro la deja sin una base sólida de apoyo en la primera vuelta, su candidatura podría terminar siendo un experimento fallido. En política, como en el ajedrez, no basta sólo con tener una buena estrategia; también es necesario ejecutar las jugadas en el momento preciso y con los aliados adecuados. De lo contrario, se corre el riesgo efectivo de quedarse sin pan ni pedazo.

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