La histórica Iglesia San Francisco de Iquique resultó totalmente quemada producto de las llamas. La pérdida es total e irreparable.
¿Terrorismo o incendio? |
La profunda pena del Chile católico
Lo más preocupante es que, en comparación con países donde grupos extremistas como ISIS o Al Qaeda han impuesto su control absoluto, pareciera haber una paradoja dolorosa: en Chile, un país democrático, hemos visto quemarse más iglesias que en regiones dominadas por estos grupos radicales, conocidos por su desprecio hacia las instituciones religiosas que no se alinean con sus creencias. Este hecho despierta una reflexión amarga: ¿cómo es posible que un país en paz, que supuestamente respeta los valores democráticos y la libertad de culto, permita que la violencia llegue a tal extremo?
Los ataques incendiarios contra templos y edificios patrimoniales durante el nefasto estallido delictual no sólo fueron una expresión de odiosidad, sino también una muestra de la crisis más profunda de valores que afecta al país. La quema de iglesias, más allá de su dimensión simbólica, es un acto brutal de agresión que impacta directamente a comunidades que ven en esos lugares un espacio de unión y espiritualidad. Es necesario que, como sociedad, enfrentemos este tipo de violencia extremista con firmeza, condenando sin ambigüedad estos actos y promoviendo un respeto genuino por el patrimonio histórico, religioso y cultural de nuestro país.
La comparación con países devastados por el terrorismo extremista nos obliga a preguntarnos qué está fallando en Chile para que se repitan estos hechos. Aunque no estamos en medio de una guerra ni bajo el yugo de grupos terroristas -o al menos no en teoría- la violencia que hemos presenciado es un síntoma de una descomposición social que no puede ser ignorada. Es urgente que las autoridades actúen, no solamente para proteger estos sitios históricos, sino también para restaurar el respeto y la convivencia en el país, antes de que más parte de nuestro valioso patrimonio quede reducido a cenizas producto de unos pocos pero poderosos intolerantes delincuentes de extrema izquierda.
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