La izquierda nos dio una lección de antología desde el punto de vista comunicacional al camuflar una lista completa de comunistas disfrazados, muchos de los cuales fueron electos como constituyentes.
El batacazo de las elecciones de constituyentes no se lo esperaba nadie. Para la derecha fue un golpe rotundo, y a la vez durísimo. De 155 escaños, Vamos por Chile (la coalición de centroderecha) obtuvo apenas 37. Es decir, 1 de cada 5 constituyentes será de derecha o centroderecha, y los otros 4 restantes serán de izquierda o ultraizquierda. Fracaso rutilante.
Sin lugar a dudas que una de las claves que explica este portentoso mazazo en la cara fue la brillante estrategia electoral usada por la izquierda, que supo camuflar una lista completa de comunistas disfrazados de independientes, bajo el atractivo nombre de "La Lista del Pueblo". En total, 26 de los constituyentes son de este grupo perteneciente a la ultraizquierda extraparlamentaria, algo que la mayoría de los analistas políticos jamás se esperó. Y a ellos hay que sumarle los 11 constituyentes del pacto "Independientes por una Nueva Constitución", también todos ellos socialistas encubiertos (pero sin militancia partidaria).La izquierda tuvo la clarividencia suficiente para percatarse que una buena parte del electorado chileno detesta a los partidos políticos, y no que quiere nunca más en su vida votar por los conglomerados tradicionales. Fue por eso que elaboró no una, sino que dos listas de "falsos independientes", sumando entre ambas 37 escaños, con los cuales podrá hacer y deshacer en la Convención Constitucional. Golazo de media cancha.
Esto es muy crudo, porque los partidos de derecha no lo vieron venir. Nadie se esperaba esta votación desenfrenada a favor de los comunistas camuflados de independientes, a los que hay que sumarles todos los de los pactos tradicionales de comunistas y socialistas.
¿Hay algo que se pueda aprender de todo esto? Obvio: si la derecha no quiere sufrir una paliza similar en la elección parlamentaria de fin de año, sí o sí tendrá que apelar a una lista paralela de "falsos independientes", es decir caras nuevas que no sean de partido, y que aparenten ser verdaderos outsider, aunque por cierto tienen que tener un financiamiento portentoso para ser competitivos, tan competitivos como lo fue "La Lista del Pueblo". Y de más está decir que ahora sí esta ramillete de candidatos debe ser representativo de nuestra sociedad: sí o sí deben haber entre ellos madres solteras, jóvenes, viejos, inmigrantes, personas con discapacidades físicas, gays y ecologistas. Hay que ampliar todos los espectros sociales.
Las cartas ya están jugadas. Si la derecha lleva una lista (o dos) integradas sólo por candidatos de los partidos políticos tradicionales, se llevará otra humillación, y con ello también lo sufriremos todos, ya que el Congreso ahora sí que quedará plagado de comunistas. Mi propuesta es simple: hay que presentar una lista de candidatos que sean falsos independientes, la cual debe ser lanzada sin la presencia de políticos ni parlamentarios en ejercicio, y cuyo nombre debe ser "La Lista Ciudadana" o "La Lista de la Ciudadanía": cualquier otro nombre no vende, y electoralmente no es atractivo para ese grueso de electores que están decepcionados de los partidos tradicionales.
Nunca más una lista que sólo represente a las cúpulas de los partidos políticos. La decisión final está en manos de los mismos liderazgos de siempre, pero de ellos depende girar el timón, o irse nuevamente contra el despeñadero. Ellos tendrán que ver si aplican este consejo que les doy, o si fracasan en forma estrepitosa una vez más.
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