En un clima político cada día más enrarecido, creo que las mayores prioridades del país deben ser el crecimiento macroeconómico (y fomentar el empleo) y también terminar con el terrorismo.
De un tiempo a esta parte cuesta ser optimista con el Chile actual. Día a día nos vamos sorprendiendo cada jornada con noticias peores que la tarde anterior. Como ya lo he dicho en múltiples oportunidades: con el 18 de octubre del 2019, Chile cambió... pero cambió para peor.
Sin embargo, no sacamos nada con quejarnos. También hay que tratar de buscar soluciones, y apuntar hacia el futuro para volver a ser el Chile pujante que fuimos alguna vez; ese país que era admirado por muchos vecinos de la región, y que por algo tantas personas inmigrantes escogían como un nuevo hogar, por sobre todo el resto de las naciones sudamericanas.
Es así como empiezo a analizar cuáles son las principales prioridades a las que tiene que apuntar el país. Obvio que lo primero es lo primero: restablecer la normalidad perdida por causa de esta pandemia nefasta que nos afecta. Pero eso no depende de Chile, sino que de las decenas de prestigiosos laboratorios y universidades internacionales trabajan día y noche para tratar de encontrar una cura al coronavirus.
De esta forma, de inmediato me saltan a la memoria los dos tópicos que sí deberían ser los temas más importantes que hoy tendrían que estar de cabeza discutiendo los políticos: la reactivación económica del país, y la seguridad pública. Ambos debates son cruciales, y hay que buscar una solución para ellos en forma urgente.
Después de todos estos meses de pandemia y de Estallido Antisocial, Chile quedó en el piso. Hay millones de personas sin trabajo, y todos los esfuerzos deben apuntar en el sentido de generar más empleos, y de recuperar los puestos laborales perdidos por ambos motivos. Y para esto es muy importante que el Estado colabore con las empresas, y no que se transforme en un obstáculo para ellas (como siempre promueven los demagogos de izquierda).
Respecto a la Seguridad Pública, terminar de una vez por todas con el terrorismo incendiario asoma como un tópico vital para Chile. Lamentablemente, hoy por hoy tenemos a sectores de ultraizquierda que se aprovechan de su brazo armado (los terroristas pirómanos) para imponer su visión ideológica gracias a la coerción por la fuerza bruta. Ahí hay que ser súper claro: con terroristas no se dialoga, a los terroristas se les reduce. Y para ello hay que usar todas las herramientas que sea necesario, siendo vital para ello la colaboración de la clase política. Sin voluntad política transversal, este problema del Terrorismo en territorio nacional no tiene para cuándo terminar, y los afectados seremos todos nosotros (ya sea en forma directa o indirecta).
No fue difícil encontrar cuáles deben ser nuestras prioridades, y que sí o sí son dos temas que deberían tomarse la agenda política de aquí hasta las elecciones presidenciales del 2021. Lamentablemente, en un país dominado por la demagogia y el populismo, el panorama es poco alentador. Lo más probable es que quienes nos hablen de Economía y Seguridad Pública sean sólo un puñado muy pequeño de candidatos, pero ante eso hay que ser claro al respecto: será a ellos a quienes apoyaremos, y serán por ellos por quienes votaremos. Nada de medias tintas, y menos en este Chile actual en el cual estamos viviendo, donde cada vez se ve más lejana la posibilidad de tener una Economía saneada y una paz social libre de conflictos y hordas vandálicas.
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