domingo, 25 de octubre de 2020

Plebiscito Constitucional en Chile: Esta vez ganaron los malos

El Apruebo obtuvo una victoria aplastante sobre el Rechazo en el Plebiscito Constitucional. Ni siquiera el más pesimista se habría imaginado una paliza de tales dimensiones.

Brutal. Así fue la paliza obtenida este domingo por el Apruebo sobre el Rechazo en el Plebiscito Constitucional realizado en Chile. La opción ganadora se impuso con sobre el 77% de los votos, contra el 22% de quienes esta vez perdimos en las urnas. No hay mucho más que agregar al respecto, pues este resultado es crudo e inapelable. 


Sin embargo, lo que es verdaderamente triste es que hoy ganaron los terroristas, y lo peor de todo es que esta vez ganaron en las urnas. Quienes hasta hace una semana atrás quemaban iglesias, y quienes hace pocos meses incendiaron casi todo el país, fueron los mismos que en forma inexplicable lograron cautivar el corazón de gran parte de la sociedad chilena. Eso es especialmente grave, pues nos deja como una sociedad enferma, que ensalza a terroristas e idolatra a pirómanos hasta transformarlos casi en personajes míticos. Es impresionante ver como los psicópatas de la Primera Línea -que hicieron pedazos nuestro país en la peor Revolución de la Historia- hayan logrado movilizar en forma directa e indirecta al 77% del electorado nacional. Eso habla de lo mal que estamos como sociedad y como país. Muchos chilenos critican a los inmigrantes, pero resulta que ningún inmigrante (o casi ninguno) sería capaz de engrandecer de esa forma a violentistas encapuchados como sí lo hacen los chilenos. Sin lugar a dudas que nos volvimos locos como país, y retrocedimos varios pasos en la escala zoológica.

Hoy es un día lamentable, porque no sólo el Rechazo perdió: Chile perdió. Esto es como el desenlace que uno nunca quisiera ver en una película, esos finales tristes y sórdidos donde quienes ganan no son los protagonistas, sino que son los malos. Porque en esta oportunidad, los victoriosos fueron quienes de una u otra forma defendieron o justificaron a terroristas y orcos pirómanos. Esta es la peor derrota electoral de la Historia de nuestro país, y no lo digo sólo por la abultada diferencia obtenida, sino que también por el trasfondo de ella: esta jornada nuestro querido Chile dio un paso en falso, y quedó ad portas de caer de lleno en las garras del Neomarxismo, y de transformarse en una nueva República Chavista. Parece de pesadillas, pero es cierto. 

Y no me vengan con ese cuento barato que una cosa es el Terrorismo y otra cosa es el Apruebo, porque no es así: ambos son parte de lo mismo, son dos piezas de un mismo puzzle. Es claro que los dos cumplían roles muy diferentes, pero complementarios: los terroristas pirómanos fueron el brazo armado que forzó a un gobierno timorato y cobarde a hacer un Plebiscito a cambio de nada (porque el "Acuerdo Por la Paz" resultó ser un fiasco, ya que tampoco condujo a la paz); mientras que por otro lado el Apruebo era la cara tierna y amable de aquel lobo con piel de oveja, que con coreografías y saltimbanquis engatusaba a los ilusos que al final le sirvieron electoralmente para barrer en este comicio. Todo estaba demasiado bien orquestado, y este gobierno cándido hasta la torpeza fue incapaz de darse cuenta de ello.

Sin embargo, esta derrota electoral no puede dejar de analizarse a fondo, justamente por lo abultada que fue. Voy a ser sincero: que ganara el Apruebo era esperable, pero que ganara de esta forma no lo era. Hay que decirlo: son treinta años de adoctrinamiento político de izquierda en colegios y universidades los que hoy le dieron fruto al Socialismo y al Comunismo chileno, quienes disfrzados de Neomarxismo lograron conquistar el corazón de al menos tres generaciones de compatriotas. Fue un trabajo de joyería y a largo plazo, que la derecha nunca pudo revertir. Este triunfo no se ganó en las franjas electorales ni en los debates políticos en programas especializados: este Plebiscito lo ganó la izquierda en las aulas de cientos de colegios y universidades con un orquestado plan pensado a largo plazo. Ahora la derecha tiene un desafío pendiente tanto o más difícil que resarcirse de esta masacre electoral, y esa tarea es brindar la mayor batalla cultural de su Historia, tratar de disputarle todos los espacios a la izquierda, y eso debe partir sí o sí por las salas de clases. Y en esa batalla cultural ya le ha dado tres décadas de ventaja a la ultraizquierda, así que la labor a todas luces asoma como titánica. Casi imposible, pero es un deber intentarlo.

No más Chile Vamos

Las cifras de hoy son claras. La derecha en Chile siempre ha sido ese porcentaje: entre el 20 y 22%, no más que eso. Sumando la centroderecha se puede llegar al 40 o 41%. Y no hay más. Las veces que se ha logrado más votación ha sido gracias a los descolgados de centro, e incluso más de algún votante de centroizquierda. Pero si hoy apenas sacamos el 22% es porque muchos de centroderecha nos dieron la espalda. Lamentablemente, muchos cobardes y acomplejados de Chile Vamos prefirieron apostar a ganador que jugársela por el futuro del país, por el orden público, por el crecimiento económico, y por tantos otros conceptos y banderas de lucha que deberían ser siempre los valores que tiene que defender la derecha. 

Los personajes de la pseudoderecha acomplejada y cobarde que se la jugaron por el Apruebo son los grandes cupables de la debacle electoral de hoy. Y a ellos les vamos a pasar la cuenta. De una u otra forma pero lo tenemos que hacer. Esto no puede quedarse así. No queremos nunca más políticos sin convicciones, o más bien con convicciones ajenas y que traten de disfrazarlas como propias. O se es de derecha o se es de izquierda, pero no medias tintas. O se está con los terroristas pirómanos, o contra ellos, pero no nos sirven esos políticos que dicen "criticar la violencia" de los encapuchados, pero en sus votaciones hacen de todo para favorecer a los orcos, o al menos para no perjudicarlos.

Fuerte y claro: no más Chile Vamos, me aburrí de esos pusilánimes que bailan al ritmo que les pone la ultraizquierda terrorista pero buscan los votos de quienes somos personas de derecha. La derrota de hoy tiene que dejarnos enseñanzas, y a la vez ser un punto de inflexión, y eso parte por saber identificar bien a quienes nos traicionaron igual como Judas lo hizo con Jesucristo. Podemos formar con ellos alianzas electorales cuando nos convenga a ambos, pero para buscar votos en corral ajeno no estamos. Desde ahora sólo votaremos por quienes se la jugaron por el Rechazo, por los políticos que lucharon siempre por defender la libertad y los valores de la derecha, por muy impopular que ello pudiese parecer. No más Ossandón, Desbordes ni Lavín; esos personajes no nos sirven, no los necesitamos. Son ellos quienes nos necesitan a nosotros, no al revés.

En política, uno puede ganar o perder. Pero lo que nunca puede hacer es ceder en convicciones sólo por quedar bien con la galería. Eso sí que no. Es importante ser consecuente siempre: en el triunfo y en la victoria, pero también en el fracaso y en la derrota. Ya vendrán tiempos mejores, pero ahora sólo nos queda dar vuelta la página, y desde ya empezar a urdir el camino para tratar de aminorar el daño lo máximo posible, antes de que ya sea demasiado tarde. Por Chile y para Chile, como siempre debió ser.

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