miércoles, 30 de mayo de 2018

Mitos y realidades de la impresionante leyenda del Hombre Lobo

Diversas enfermedades, como así también ciertos acontecimientos delictuales provocados por mentes psicópatas le fueron dando forma a una leyenda que se mantiene vigente hasta nuestros días.


Hombre lobo
El Hombre Lobo es uno de los mitos más asombrosos de los que existan relatos, pero ¿qué hay de cierto tras esa leyenda de un humano que se transforma en un monstruo peludo durante las noches de luna llena, para atacar a sus víctimas, y que sólo puede ser asesinado con una bala de plata? De algo sí que no caben dudas: diversas patologías, como la Hipertricosis congénita, la Psicosis por Wendigo y la Porfiria, han contribuido a acrecentar el nombre de esta criatura mitológica.

Las tres son claros ejemplos de cómo, en algunas ocasiones, la realidad supera con creces a la ficción. La primera (Hipertricosis), también conocida como Síndrome de Ambras, es una malformación muy poco frecuente, en la cual la totalidad del cuerpo, incluyendo la cara, se cubre de un vello grueso, el cual crece durante toda la vida. Se trata de una mutación genética, la mayoría de las veces hereditaria. Por su parte, la Psicosis por Wendigo era un trastorno que alguna vez se presentó en las antiguas tribus de Canadá y Alaska. Este tipo de alteración, en estas culturas, se veía asociada a canibalismo en situaciones de estrés.

Pero pocas patologías han contribuido a crear la imagen de “criatura nocturna” del supuesto hombre lobo como lo es la Porfiria. Este trastorno metabólico produce fotosensibilidad, por lo cual, el que lo presenta puede salir sólo de noche. Esto, sumado al hirsutismo (crecimiento excesivo de pelo), hacía que quienes la padecían eran temidos por el resto. Además, el enfermo va a presentar una destrucción de tejidos, principalmente los labios y dedos, los cuales terminan pareciendo garras.


Licántropos “reales”

Ya en la época de la antigua Grecia se describía la historia de Lycaon, un supuesto rey de Arcadia que se convirtió en hombre lobo como castigo por sus horribles crímenes. Si bien esto es parte de un mito, han existido casos que -en su momento- causaron conmoción, como el de Peter Stubbe, un asesino en serie alemán que se creía lobo, por lo que fue ejecutado en 1589 por la Inquisición.

De hecho, ese fue el período más prolífico de licántropos, es decir, seres humanos con desequilibrios psicológicos que los hacían creerse lobos y cometer horribles crímenes, como una vez en que un criminal descuartizó a un niño. Así, entre 1520 y 1630, en Europa se describen cerca de 30 mil casos similares a los de Stubbe. Por esos años, el comportamiento caníbal de Jacques Rollet, que vivía con una manada de lobos, impactó a toda Francia. Había sido condenado a muerte, pero finalmente terminó sus días en el manicomio. Igualmente dramática es la historia de Jean Gremier, del que se dice tenía una fisonomía canina muy marcada por su prominente mandíbula. Gremier disfrutaba de aterrorizar a mujeres, hasta que fue capturado por la policía. Él también se creía un “hombre lobo”, y era denominado así por quienes lo conocían.

¿Y la bala de plata?

Otro de los mitos más comunes respecto a estas criaturas fantásticas es que “la única forma de matarlos es con una bala de plata”. Es probable que esa creencia se remonte al siglo XVIII, cuando un lobo al que le decían “la bestia de Gévaudan habría matado a unas 120 personas, entre 1764 y 1767. Esta masacre llegó a oídos del propio rey de Francia, quien propuso una recompensa al que terminara con la vida de la criatura. Así fue como un día el animal pereció, justamente después de recibir el impacto de una bala de plata, dando inicio a esta extraordinaria leyenda que dura hasta nuestros días.

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