Ninja, el guerrero nocturno. |
Muchos mitos urbanos y leyendas giran actualmente en torno a los enigmáticos guerreros ninjas, pero ¿de verdad existieron estos misteriosos asesinos vestidos de negro? En torno a estos épicos relatos hay mucho de cierto, lo cual con el pasar de los siglos fue configurando parte de una historia que llega hasta nuestros días.
Hasta donde se sabe, los primeros ninjas aparecieron en Japón cerca del año 300 A.C., pero se afianzaron recién en unos ocho siglos más tarde. Sin embargo, la consolidación definitiva de los escuadrones de estos intrépidos combatientes se dio durante período Sengoku (siglo XV D.C.). El concepto ninja proviene de una práctica bélica nipona conocida como Ninjutsu, que significa "el arte de escabullirse". Como su nombre lo dice, el ninja no sólo era un militar de excelencia, sino que además era un tipo que manejaba a la perfección el actuar sigiloso, siendo la oscuridad y la penumbra sus mejores aliados para atacar a sus víctimas.
El ninja era el polo diametralmente opuesto al samurai. Por lo general el samurai era un soldado perteneciente a la aristocracia, el cual era como el señor feudal europeo: tenía códigos de honor, y si bien usaba distintas armas, su instrumento letal por antonomasia era la espada. En cambio el ninja era muy distinto: era un brutal asesino a sueldo muy sanguinario, que no conocía de principios. Los ninjas eran expertos en materializar labores de espionaje, pero también en efectuar terribles matanzas encubiertas.
Generalmente los guerreros ninjas tenían sus orígenes familiares en clases populares de Japón, y eran entrenados desde pequeños para ser unos soldados imbatibles, a cambio de un sueldo que les permitiera surgir en la vida. Su entrenamiento contemplaba el uso de toda clase de armas cortopunazantes, artes marciales, resistencia física, natación, e incluso la preparación de explosivos y venenos. El único objetivo del disciplinado y joven ninja era llegar a ser el mejor en lo suyo, a cualquier precio posible.
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