El genial Jean Michel Jarre. |
Si se tuviera que analizar cuál fue el gran legado de este intrumentista galo habría que decir que tuvo la visión suficiente para adelantarse a sus tiempos, pero no se adelantó ni años ni décadas, sino que siglos y milenios. Cuando en los años 70 y 80 todos tocaban el irreverente Rock y el meloso Pop, Jarre no sólo se dedicaba a hacer música sino que también era capaz de trasladar a sus audiencias (que en en algunos shows en vivo superaban con creces el millón de personas) hacia los confines más remotos del Universo, hacia parajes cósmicos donde sólo su genialidad era capaz de hacerlo.
Hasta el día de hoy, el legendario Jean Michel Jarré es una figura de culto para los admiradores de la buena música. Sin embargo, es en ese punto donde hay que profundizar un poco más, ya que la devoción hacia este eximio tecladista es además la devoción hacia un futuro perfecto, un futuro espacial y místico, pero también a un futuro difuso, irreal, ficticio y utópico: a fin de cuentas, la devoción hacia Jean Michel Jarre es la devoción hacia un futuro maravilloso y cósmico que solamente fue parte de la magnánima fantasía de un creador superdotado.
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