domingo, 1 de marzo de 2015

No es llegar y cambiar una Constitución: exijo seriedad en el debate

Uno de los tantos temas que actualmente divide a la política nacional es el debate en torno a la Constitución Política de Chile. Si bien yo de partida estoy en favor de la actual carta magna de mi país, igual me abro al debate sobre un posible cambio, pero antes que todo a quienes desean sustituirla les exijo seriedad al respecto, y dejar de lado esas odiosidades que han carcomido el alma de los chilenos durante décadas.
Constitución de 1980

A esos que desean cambiarla, les exijo hablar claro respecto a dos aspectos fundamentales: el "¿por qué?" y el "¿por qué?"... es decir, el por qué motivo jubilarla, y por qué cosa cambiarla. Cualquier debate sobre la Constitución debe ser argumentando con Constitución en mano, y no recitando como loro esas consignas ideológicas añejas y previsibles de la izquierda, que a ratos son más dignas de un niño de octavo básico que de una persona que quiere aportar ideas constructivas. Acá les pido que vayan más allá de ultra repetido pseudo-argumento de "cambiemos la Constitución porque la hizo Pinochet", esperando que analicen en profundidad el tema y que, con el documento en mano, sean capaces de explicar y convencer el por qué según ellos se le debería cambiar de raíz, y no solamente hacer una que otra enmienda constitucional para actualizarla a los nuevos tiempos. Desde mi perspectiva, la Constitución de 1980 contiene muchos aspectos que son universales e insustituibles, y creo que nunca he escuchado postulados sólidos para modificar dichos enunciados.

Y ahora hago alcance al otro punto a considerar: el "por qué cosa cambiarla". Es decir, en un país serio no se puede optar por extirpar de cuajo una carta magna para recién ahí entrar a debatir en una Asamblea Constituyente qué hacer al respecto. Hacer algo así sería casi anárquico, y quién sabe qué mamarracho podría engendrarse a partir de semejante chiquero político, al que más de algún afiebrado le pondría por nombre "Constitución".

Acá mi postura es una sola: si quieren debatir sobre una alternativa constitucional, diferente a la actual Constitución de 1980, que presenten su proyecto y a partir de ahí se compare a ambos documentos, para finalmente aprobarse el que se estime conveniente, pero siempre y cuando para ello se respete el quórum que exige para ello la Constitución vigente... de lo contrario la nueva normativa ya empezaría con el pie izquierdo, siendo totalmente inconstitucional. Borrar una Constitución para recién entrar a analizar por qué sustituirla sería el caos total para nuestra institucionalidad.

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