miércoles, 27 de noviembre de 2024

La urgencia de terminar con el nocivo legado bacheletista

El costo para Chile de las malas reformas implementadas por la expresidenta socialista es evidente.

A casi una década de las nefastas reformas implementadas por el segundo gobierno de Michelle Bachelet, sus efectos negativos siguen pesando sobre el país. En educación, la insistencia en un sistema de admisión escolar basado en un ideal igualitario desprovisto de meritocracia, conocido coloquialmente como "la tómbola", desató el caos, la pena y la frustración en miles de familias. En paralelo, la fallida transición a los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP) ha evidenciado un desorden administrativo terrible, que impacta directamente a los estudiantes. Estas políticas muy mal ideadas no sólo fallaron en resolver problemas históricos, sino que los profundizaron, y hoy vemos cómo las autoridades comienzan a retroceder en lo que parecen intentos tardíos por salvar algo de funcionalidad en el sistema.

La espatosa reforma tributaria de Bachelet

Michelle Bachelet.
Sin embargo, el impacto negativo de las reformas de Bachelet no se limitó a la educación. La reforma tributaria de 2014, presentada como un paso hacia la justicia social, terminó siendo un error de cálculo monumental que comprometió la inversión y el crecimiento económico. Y lo peor de todo es que aún sigue plenamente vigente. Elevar la tasa de impuestos corporativos mientras se desmantelaban incentivos clave para la reinversión empresarial fue un golpe particularmente duro para las pequeñas empresas, que dependen de sus utilidades retenidas para expandirse. Las grandes compañías, por su parte, recurrieron al endeudamiento, una estrategia que las hace más vulnerables en tiempos de crisis económicas. La debacle económica y el estancamiento son consecuencia directa de esta muy mala medida.

El resultado de esta política tributaria ha sido desastroso: entre 1990 y 2014, Chile mostraba tasas de inversión que promediaban el 25% del PIB, con picos notables del 29% en 1997 y el 27% en 2012. Desde la errática reforma bacheletista, la tasa de inversión ha caído hasta estabilizarse en un preocupante 23%, lo que refleja un país que ha perdido gran parte de su dinamismo económico y capacidad de crecimiento. Peor aún, el gobierno no logró recaudar los ingresos fiscales proyectados, evidenciando no sólo su incapacidad para anticipar los efectos de sus políticas, sino también una desconexión alarmante con la realidad económica. 

La urgencia de librarse del lastre socialista 

El legado de la expresidenta Michelle Bachelet no es sólo un conjunto de reformas mal diseñadas, sino un modelo político que antepuso la ideología izquierdista fanática y obtusa por sobre los resultados concretos. La promesa de "un Chile más justo y equitativo" se desmoronó ante la falta de un diagnóstico realista y una implementación responsable. Hoy, mientras se pretende dar marcha atrás en políticas educativas fallidas, es imperativo replantear también el sistema tributario. Reducir la carga fiscal sobre las empresas y restablecer incentivos a la reinversión son medidas necesarias para reactivar la macroeconomía y devolverle al país algo de su antigua competitividad a nivel internacional.

Más allá de la discusión técnica, el daño causado por las reformas de Bachelet pone de relieve un problema mayor: el riesgo de gobiernos que priorizan agendas ideológicas añejas y fracasadas por sobre políticas públicas efectivas. Rectificar estos errores no es sólo una cuestión de justicia económica, sino de aprender de los costos que tienen las malas decisiones en el desarrollo de un país. La historia juzgará con dureza esta etapa, y con justa razón.

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