jueves, 22 de agosto de 2024

El estancamiento económico en Chile: Un lamentable legado de incertidumbre

Desde hace una década que la economía chilena no crece, y eso tiene una clara responsable: Michelle Bachelet y su nefasta reforma tributaria.

Chile atraviesa una evidente etapa de estancamiento económico que, bajo la administración del Presidente Gabriel Boric, ha mostrado un desempeño menos que alentador: de hecho, es paupérrimo. Las cifras del Banco Central revelan un crecimiento anual de sólo un escuálido 1,6% en el segundo trimestre de 2024, una cifra que, sin duda, deja mucho que desear, especialmente considerando que el crecimiento trimestral desestacionalizado muestra una contracción del -0,6%. Este escenario plantea serias preocupaciones sobre la capacidad del actual Gobierno para revertir una tendencia que parece más que instalada en la economía chilena.

La brutal herencia económica de Michelle Bachelet

Boric y Bachelet.
Este período de estancamiento económico no es un fenómeno aislado en nuestro país. Se puede rastrear una continuidad en las políticas económicas que han contribuido a esta misérrima situación, con especial énfasis en la reforma tributaria aún vigente, heredada del discreto gobierno de Michelle Bachelet y obra de Alberto Arenas, probablemente el peor Ministro de Hacienda de los últimos 40 o 50 años. Esta reforma, en su momento presentada como una herramienta para aumentar la recaudación fiscal y mejorar la equidad en la distribución del ingreso, ha demostrado tener un impacto ambiguo en la economía, o derechamente significó un retroceso en las arcas públicas y en las finanzas nacionales.

La reforma tributaria heredada de los tiempos de la Presidenta Bachelet, lejos de estimular la inversión y el crecimiento, ha contribuido a un entorno de incertidumbre que desalienta la inversión privada. La formación bruta de capital, uno de los principales motores del crecimiento a largo plazo, se desplomó un 8,7% en el segundo trimestre de 2024. Es preocupante que cinco de las seis cifras trimestrales de inversión desde el primer trimestre de 2023 hayan sido negativas, lo que subraya la dificultad del actual gobierno para generar un entorno favorable para la inversión.

La difícil tarea de recuperar la brújula 

Además, el estancamiento del consumo privado, que sólo aumentó un 0,5% en el segundo trimestre de 2024, refleja la falta de confianza de los hogares frente a la situación económica nacional. En contraste, el consumo del Gobierno ha mostrado un crecimiento más sostenido, con un aumento del 1,6% en el mismo período, lo que indica una dependencia creciente del gasto público como motor de la economía. Sin embargo, esta dinámica no es sostenible a largo plazo y no sustituye la necesidad de un sector privado vigoroso y dinámico. Cualquier persona con un mínimo de conocimiento de Economía sabría eso, pero lamentablemente al parecer quienes nos gobiernan no poseen esos conocimientos básicos de Economía.

La ideología del gobierno de turno, muy influenciada por el Partido Comunista, que parece desconfiar de toda iniciativa privada, y su lentitud en la reducción de la burocracia estatal, han creado un ambiente poco prometedor para la reactivación económica. La insistencia en una reforma de pensiones pésimamente mal diseñada y la posibilidad de nuevos aumentos tributarias no hacen más que añadir incertidumbre al mercado de capitales, lo que frena aún más la inversión y el crecimiento. De esta forma, da la impresión de que el Presidente Boric tiene la firme convicción de seguir "trancándole la pelota" al crecimiento económico de Chile.

Es así como el gobierno del Presidente Gabriel Boric se enfrenta al enorme desafío de evitar convertirse en la administración con menor crecimiento desde los tiempos de la desastrosa e inconclusa administración de Salvador Allende. Para ello, deberá abandonar las políticas que han generado incertidumbre y estancamiento, y enfocarse en crear un entorno que favorezca la inversión y la actividad económica privada. De lo contrario, el estancamiento que ha caracterizado a la economía chilena durante la última década podría prolongarse, con graves consecuencias para el desarrollo del país.

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