lunes, 18 de marzo de 2024

La politización tóxica de la izquierda para contaminar causas legítimas

La izquierda chilena tiene la impresentable y nefasta cualidad para ensuciar una serie de causas políticas que originalmente podían haber sido plausible y loable, tal como lo son la lucha del pueblo palestino, el rechazo a la cacería de las ballenas o el repudio a la explotación de los glaciares. 

Comunistas y más.
En el discurso público, es lamentablemente común observar cómo ciertos grupos políticos de izquierda tienden a monopolizar y contaminar un sinnúmero de causas que, en su esencia, deberían ser abrazadas por todos, sin distinción ideológica. En Chile, esta tendencia es cada vez más habitual en un sector del espectro político: la ultraizquierda, que se ha destacado por su extraordinaria habilidad para distorsionar y politizar temas que trascienden las fronteras de cualquier ideología.

La capacidad de la ultraizquierda chilena para apropiarse de diversas causas, que van desde la conservación de las ballenas hasta la defensa de los derechos palestinos y la protección de los glaciares, es realmente impresionante. Sin embargo, lo que inicialmente debería ser motivo de admiración por su compromiso con problemas globales, se convierte en motivo de preocupación debido a la forma en que manipulan y desvirtúan estas cuestiones, politizándolo todo y polarizándolo todo.

Las causas más usadas como herramientas por la izquierda chilena

Tomemos, por ejemplo, la defensa de las ballenas. La conservación de estas majestuosas criaturas marinas debería ser un objetivo compartido por todos, sin importar afiliaciones nuestras políticas. Sin embargo, la ultraizquierda chilena ha logrado convertir este noble propósito en una plataforma para promover su propia agenda política, alejando el foco del verdadero objetivo y generando divisiones innecesarias entre la gente.

Lo mismo ocurre con la causa palestina. Si bien es fundamental abogar por los derechos humanos de las personas inocentes y también la autodeterminación de todos los pueblos, la ultraizquierda chilena a menudo distorsiona esta causa legítima al demonizar a ciertos actores políticos y promover una visión unilateral del conflicto, ignorando la enorme complejidad de la situación política que transcurre en el Oriente Medio.

Incluso en temas medioambientales, como la protección de los glaciares, vemos cómo la ultraizquierda chilena no duda en politizar y utilizar estas preocupaciones como herramientas para impulsar su agenda política. En lugar de buscar soluciones consensuadas y científicamente fundamentadas, prefieren sembrar la discordia y el enfrentamiento ideológico que sólo divide a los países.

El inexplicable afán de politizarlo todo

Esta tendencia de la ultraizquierda chilena a politizar y contaminar causas legítimas no sólo es contraproducente, sino que también es injusta para aquellos que genuinamente se preocupan por estos temas. Al monopolizar y distorsionar estas cuestiones, están alienando a potenciales aliados y socavando la posibilidad de generar un verdadero cambio positivo a través del diálogo respetuoso, multilateral y propositivo.

Es crucial que reconozcamos la importancia de separar las causas legítimas de la politización tóxica. Todos debemos trabajar juntos, independientemente de nuestras diferencias ideológicas, para abordar los desafíos que enfrenta nuestro mundo. La instrumentalización de problemas globales con fines políticos sólo perpetúa la división y el estancamiento, impidiendo el progreso real hacia un futuro más justo y sostenible para todos nosotros.

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