El actual mandatario ilusamente cree que el nivel de rechazo a su gestión disminuirá gracias a sus paseos en bicicleta.
Gobernar no es un juego. Ser presidente tampoco. Por muy lógico y básico que suenen ambas premisas, Gabriel Boric parece no haberse dado cuenta de ello... al menos por ahora.
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Boric paseando en bicicleta. |
¿Pensará Boric que con sus paseos en bicicleta va a disminuir el rechazo hacia su mediocre gestión? Al parecer eso es lo que cree, por muy insólito que pueda parecernos.
¿Disminuyó la delincuencia gracias a los paseos de Boric en bicicleta? No.
¿Mejoró la Economía gracias a los paseos de Boric en bicicleta? No.
¿Bajó la inflación gracias a los paseos de Boric en bicicleta? No.
¿Disminuyó la cesantía gracias a los paseos de Boric en bicicleta? No.
¿Se terminó el terrorismo en el sur gracias a los paseos de Boric en bicicleta? No.
Lo único que demostró Boric con sus paseítos fue que -pese a su deplorable estado físico- todavía es capaz de subirse a una bicicleta. Y también gracias a este ejemplo pudimos comprobar que gobernar un país no es un juego, o al menos no debería de serlo.
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