miércoles, 3 de agosto de 2022

El poder de una oración perseverante

 San Juan Crisóstomo (c. 345-407)

presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia

Homilía sobre san Mateo, nº 52, 1-3


El poder de una oración perseverante


Siendo así que debería haberse sentido desanimada, la Cananea se acerca aún más y, adorando a Jesús, le dice: “ ¡Señor, ayúdame!”. Pero mujer, ¿es que tú no has oído lo que ha dicho: “He sido enviado sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel”? Sí, lo he entendido, contesta ella, pero es el Señor…

Es porque Cristo había previsto su respuesta que difiere conceder su petición. Rehusó su petición para subrayar su piedad. Si no la hubiera querido escuchar, no le hubiera concedido su petición, al final… Sus respuestas no fueron para apenarla, sino más bien para atraerla y revelar ese tesoro escondido.

Pero te pido que consideres, al mismo tiempo que su fe, su profunda humildad. Jesús dio a los judíos el nombre de hijos; la Cananea va todavía más allá de este título y les llama los amos, tan lejos estaba ella de ser sujeto del elogio de otro: “Los perritos comen de la migajas que caen de la mesa de sus amos”…Y es a causa de ello que fue admitida entre los hijos. Cristo le dice entonces: “Mujer, grande es tu fe”. Y tardó en pronunciar esta palabra y recompensar a esta mujer “¡Que se cumpla según deseas!”. Ya lo ves, la Cananea tuvo un parte grande en la curación de su hija. En efecto, Cristo no le dice "que tu hija sea curada", sino: “¡Grande es tu fe, que se cumpla según deseas!”. Y aún fíjate bien en esto: allí donde los apóstoles habían fracasado y nada habían obtenido, ella lo consigue. Este es el poder la una oración perseverante.

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