Libro de Jeremías 15,10.16-21.
Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos.
Yo no me senté a disfrutar en la reunión de los que se divierten; forzado por tu mano, me mantuve apartado, porque tú me habías llenado de indignación.
¿Por qué es incesante mi dolor, por qué mi llaga es incurable, se resiste a sanar? ¿Serás para mí como un arroyo engañoso, de aguas inconstantes?
Por eso, así habla el Señor: Si tú vuelves, yo te haré volver, tú estarás de pie delante de mí; si separas lo precioso de la escoria, tú serás mi portavoz. Ellos se volverán hacia ti, pero tú no te volverás hacia ellos.
Yo te pondré frente a este pueblo como una muralla de bronce inexpugnable. Te combatirán, pero no podrán contra ti, porque yo estoy contigo para salvarte y librarte -oráculo del Señor-.
Yo te libraré de la mano de los malvados y te rescataré del poder de los violentos.
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