Curiosamente, el segundo candidato con menos votos en la elección presidencial del 2017 terminó siendo el más influyente.
Quién lo iba a decir. Las elecciones presidenciales de fines del 2017 que decantaron con la elección de Sebastián Piñera, terminarían siendo el pase en bandeja para que finalmente se cumpliera casi al pie de la letra el programa de gobierno del segundo candidato que obtuvo menos votos en ese comicio: Eduardo Artés, quien logró apenas el 0,51% de los sufragios.El veterano postulante de la ultraizquierda -que en varias oportunidades declaró su admiración por tiranos como Joseph Stalin, Lenin, Fidel Castro o Kim Jong Un- obtuvo solamente 33.690 votos, sin embargo terminaría por imponer los principales pilares ideológicos de su campaña a un presidente electo que en primera vuelta sacó el 36,4% de los votos y en segunda vuelta el 54,58% (venciendo ahí al izquierdista Alejandro Guillier).
Durante su campaña presidencial, el demencial Eduardo Artés propuso que había que "refundar Chile", cambiar la Constitución a través de una Asamblea Constituyente, y si era necesario habría que "presionar a los políticos a través de una revolución". Finalmente, todo eso se cumplió (con la salvedad que ahora la Asamblea Constituyente se llamará "Convención Constituyente", pero en la práctica es lo mismo). Tal como lo predijo Artés en esa oportunidad, los orcos terroristas usaron la fuerza de la coerción -quemando y destruyendo el país- y así lograron doblarle la mano al timorato gobierno de Piñera para obligarlo a iniciar un proceso refundacional que apuntaba a cambiar la Constitución. Hay que decirlo: Artés perdió en las urnas, pero ganó por goleada en la calle gracias a la violencia extrema de unos pocos, y a la desidia total de la clase política.
De esta forma, el ejemplo de Chile debe de ser un caso único a nivel mundial, y digno de estudio en cualquier facultad de Ciencia Política: acá se mostró cómo un candidato que quedó séptimo de ocho postulantes, al final terminó imponiendo todos o casi todos los principales proyectos que impulsaba en su plan de gobierno. Lo único que no logró imponer (por suerte) fue la expropiación total de la propiedad privada, pero tengamos por seguro que no faltará algún demagogo dentro de la Convención Constituyente que sí quiera hacerlo, y probablemente ese demente no estará solo cuando lo haga...
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