En la pregunta "quién cree usted que será el próximo presidente de Chile", las respuestas de los consultados son bastante contundentes.
A uno puede gustarle o no Joaquín Lavín como candidato presidencial, pero nadie puede desconocer algo en él que claramente hace una diferencia considerable con casi todos los otros postulantes a La Moneda: es un político conciliador y dialogante, y eso en tiempos de polarización extrema y peleas ideológicas hasta el hartazgo, efectivamente que es bien valorado por un grupo importante de electores. Si con eso le alcanzará o no para ser el próximo presidente de Chile, ese es otro tema.Esta semana nuevamente Cadem volvió a dar a conocer uno de sus estudios de opinión sobre la intención de voto, y los resultados se volvieron a mostrar en sintonía con lo que viene siendo la tendencia desde hace más de un año: Joaquín Lavín sigue primero frente a la pregunta "quién cree usted que será el próximo presidente de Chile". Todo el resto de sus oponentes aparece muy atrás. Sí, es cierto que los detractores de Lavín (que los hay, y tanto en la izquierda como en la derecha) lo critican de "buenista" (caer siempre en el discurso alegre y políticamente correcto) y de "cosista" (centrarse sólo en los problemas cotidianos de la gente pero evadir las grandes discusiones de tinte ideológicas). Pero pese a ello, sigue puntero en casi todos los sondeos, a pesar de que muchos tratan de botarlo como sea.
Está más que claro eso sí que Joaquín no podrá sostener esta ventaja en forma indefinida. Si sigue en campaña presidencial, inevitablemente tendrá que entrar en el área chica y proponer medidas o pronunciarse en temas candentes donde no hay mucho espacio para medias tintas: el terrorismo en La Araucanía, la Revolución Vandálica de la ultraizquierda que amenaza con perpetuarse en el tiempo, el debate en torno al aborto, las medidas económicas para tratar de recuperar el crecimiento económico, o por contrapartida el aumento de impuestos para terminar de hundir nuestra Economía indefinidamente. Sí o sí, Lavín tendrá que definirse en esos temas, y ahí no le servirá de mucho ni el "buenismo" ni el "cosismo", pues ahí se le exigirán posturas firmes o concretas, sea para un lado o para el otro. Pero mientras eso no suceda, podrá seguir disfrutando de esta suerte de "luna de miel", donde encuestas como Cadem lo mantienen bien encumbrado como el candidato con más opciones de llegar a ser el futuro presidente de Chile.
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