Desde ese nefasto 18 de octubre del 2019, el terrorismo en el sector de Plaza Baquedano no ha parado. Semana tras semanas es el caos mismo.
No me gustaría estar en el pellejo de los vecinos del sector de Plaza Baquedano. Ellos deben sentirse horrible, pues semana a semana tienen que aguantar que cada viernes se reediten nuevos episodios del macabro Estallido Antisocial que todavía nos atormenta. Es brutal, pero estando en pandemia o no, todos los viernes en forma casi religiosa se juntan en pleno centro de Santiago los terroristas de ultraizquierda a destruir y hacer pedazos la ciudad.Estos son los llamados "Viernes de orcos", los cuales a esta altura ya parecen ser el sello característico e ineludible de los nuevos tiempos a los que hemos tenido que acostumbrarnos en forma forzosa. A esta altura, ya no sé qué es peor: que se ha terminado por normalizar la violencia, o que nadie hace nada (los Carabineros por estar atados de manos, y los políticos por su afinidad ideológica y compromiso con la causa terrorista).
Sinceramente, creo que mientras los medios de comunicación y los parlamentarios sigan diciéndole cariñosamente "manifestantes" a estos terroristas pirómanos, nada cambiará. Puede ser crudo, pero es horrible constatar que quienes ostentan el poder comunicacional y político parecen incluso hasta sentir simpatía por estos energúmenos encapuchados. Es más: hasta me atrevería a decir que esos sujetos de la denominada Primera Línea son el brazo armado del Partido Comunista y del Frente Amplio, porque de otra forma no podría entenderse por qué los diputados de esos dos conglomerados muestran tanto interés en defender y victimizar a los violentistas.
Y el panorama es aún más desolador, porque no tiene para cuando terminar. Y eso se debe a dos motivos principales: primero, a los supuestos "organismos de Derechos Humanos" están totalmente comprometidos con la causa terrorista, y defender a estos psicópatas pirómanos parece ser su mayor obsesión. Y pobre del que se oponga a dichas instituciones de DDHH, que de inmediato es silenciado y tildado con los peores epítetos posibles. Y la segunda causa de por qué este tormento no piensa finalizar es aún más brutal: muchos de estos vándalos son seres cuasi mononeuronales que poseen una vida sumamente vacía, entonces con estos "Viernes de orcos" le encontraron un sentido a la vida, pudiendo incluso llegar a sentirse poderosos. Ellos han logrado constatar que pueden ser capaces de paralizar la ciudad y poner en jaque al gobierno y a Carabineros cuando se coordinan para perpetuar en el tiempo su revuelta, su propia revuelta: la revolución de los orcos.
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