jueves, 19 de noviembre de 2020

Hipogrifo: La épica criatura mitológica que era mitad caballo y mitad halcón

 La primera vez que se describe a este ser mitológico fue en las "Eglogas" del poeta Virgilio. 


Si el grifo es considerado la criatura mitológica por antonomasia, el hipogrifo es su pariente más cercano, y comparte con él el honor de ser uno de los seres fantásticos más reputados dentro de los relatos legendarios en la Antigüedad. El grifo era un animal místico que tenía cabeza de águila, alas y cuerpo de león, mientras que el hipogrifo también poseía cabeza de águila (o en ciertas representaciones se le ve con testa de halcón), alas enormes y el cuerpo de un caballo... con la salvedad de sus patas delanteras, que también son las de una enorme ave rapaz. 

Muchos aseguran que el origen del mito del hipogrifo está en la leyenda persa del Simurgh, una criatura voladora y fantástica muy parecida al ave Fénix. Sin embargo, la primera descripción de un hipogrifo como tal pertenece al genial poeta latino Virgilio (siglo I), en su libro las "Eglogas". Su segunda mención es en la obra "Orlando furioso" del escritor Ludovico Ariosto, a comienzos del siglo XVI. 

En su poema épico, Ludovico Ariosto describe al hipogrifo como una especie de mutante, nacido a causa del insólito apareamiento entre una yegua y un grifo. En todas sus apariciones literarias se le describe como un ser maravilloso, que era realmente veloz y que podía atravesar el mundo de un extremo a otro en pocos segundos, el cual solamente merecía ser montado por héroes y magos. 

A diferencia del grifo o del simurgh, cuyos orígenes se remontan con claridad a la mitología babilónica y persa, respectivamente, el hipogrifo no aparece vinculado al folclore de ningún pueblo antiguo, sino que es una clara invención de un autor. Si bien habitualmente se dice que su creador fue Virgilio, quien aparece como el poeta que le dio renombre y fama fue Ludovico Ariosto. 

Al hipogrifo se le considera como una criatura de evidente importancia dentro de la heráldica en la antigua Inglaterra, apareciendo en diversos escudos de algunas de las familias más poderosas de la isla británica. Además, también es mencionado en otros textos, como lo es el caso de la inmortal obra de Dante, "La Divina Comedia".

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