Este viernes 11 de septiembre se conmemora un nuevo aniversario del glorioso Pronunciamiento Militar que rescató a nuestro país de las garras del Marxismo.
El 11 de septiembre en Chile siempre ha sido un día especial, o al menos lo es desde hace ya 47 años. Esto debido a que fue un 11 de septiembre, pero de 1973, cuando nuestras Fuerzas Armadas liberaron al país, luego de tres años de subyugación por parte de la desastrosa ineptocracia marxista de Salvador Allende.
Sin embargo, este 11 de septiembre en particular tiene un sabor especial. Luego de los casi seis meses de esa espantosa Revolución Terrorista (o Estallido Antisocial) que comenzó el pasado 18 de octubre, ahora son muchos más los chilenos que entienden en carne propia por qué nosotros conmemoramos e incluso celebramos esta fecha tan especial. Cómo no, si para muchos compatriotas el 11 de septiembre es el día de nuestra Segunda Independencia Nacional.
La ineptocracia marxista de Allende fue por lejos el período más oscuro y nefasto de la Historia de Chile. Los errores y horrores propios del desgobierno socialista fueron los que provocaron una debacle económica nunca antes vista en estos lares. Por mucho que la izquierda chilena trate de culpar a la CIA o a Estados Unidos, el que fijó los precios de los productos fue Allende, el que hizo las expropiaciones por la vía violenta a empresas privadas estratégicas fue Allende, el que profundizó la Reforma Agraria hasta límites delictuales fue Allende, el que hizo aumentar la inflación hasta un 700% fue Allende, etcétera. Sólo una ineptocracia puede llevar por sí sola a un país hasta esa clase de colapso.
Y ojo que en ese aspecto hay que ser claro: la izquierda es experta en culpar a otros por sus propios fracasos... así ya lo hicieron para exculpar a Fidel Castro en Cuba, al Chavismo en Venezuela, y también a Salvador Allende en Chile. No importa cual sea el contexto ni el protagonista del desastre, pero siempre el culpable va a ser otro, nunca ellos.
Además de esto, otro punto importante a destacar como antecedente es la violencia y el terrorismo que imperaba en el Chile de esa época, previo al Pronunciamiento Militar. Agrupaciones como el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) y en menor medida el GAP (Grupo de Amigos Presidenciales) sembraban el terror en cada una de sus intervenciones. Es decir, la ineptocracia marxista gobernaba de la mano de paramilitares, y tal vez ese fue el principal punto para provocar el Golpe de Estado: tanto o más que la innegable crisis económica.
Así fue como en Chile llegó Augusto Pinochet al poder, acompañado por la gloriosa Junta de Gobierno. Lo hizo primero en calidad de dictador, pero después como presidente tras ganar el Plebiscito de 1980, el cual significó la aprobación de una Nueva Constitución para el país, y también el hecho que el General Pinochet asumía el rol plenipotenciario con el cargo de Presidente de la República. Después de ello, se intercalaron períodos buenos y malos, pero con una recta final brillante. Dentro de los complejos estuvo la crisis de 1982 (la cual se logró superar al aplicar de lleno políticas neoliberales nunca antes vistas en nuestro país). A partir de ahí, vinieron tiempos de bonanzas y prosperidad, sobre todo en el lapso entre 1985 y 1990. Por eso y mucho más, bien puede considerarse a Augusto Pinochet como el militar que salvó a Chile.
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