sábado, 30 de mayo de 2020

Chile exporta el terrorismo incendiario a Estados Unidos

Diversas protestas violentas y ataques de pirómanos se han visto durante los últimos días en diversas ciudades norteamericanas. 
Terrorismo en Estados Unidos.

Sí, es cierto: el asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd fue repudiable y condenable por donde se le mire. El hombre iba a pagar con un billete falso (no se sabe si él lo introdujo o simplemente fue víctima de algún estafador) y fue asesinado ahí mismo en la calle por policías estadounidenses. La situación fue aborrecible, y bien podría pasar por un crimen de racismo, pero también hay que decirlo: nada pero nada justifica el terrorismo como respuesta a una injusticia. Ante las injusticias hay que expresarse, manifestarse, pero jamás quemar ni destruir ciudades. Eso no, eso es terroristas.

A raíz de este suceso se desató una cadena de violencia nunca antes vista en territorio estadounidense. En diversas ciudades comenzaron los ataques incendiarios protagonizados por psicópatas pirómanos, los cuales inevitablemente nos traen a la memoria la Revolución Terrorista que ocurría en Chile hace algunos meses atrás, y que sólo fue detenida por la pandemia de coronavirus. Las similitudes en ambos casos son evidentes: gobiernos de derecha o centroderecha, y grupos terroristas toman la bandera de una causa justa para transformarla en una hecatombe violentista.

Todo parece indicar que en este caso Chile exportó a Estados Unidos un modelo de terrorismo no convencional nunca antes visto dentro de la potencia norteamericana: las hordas vandálicas y el terrorismo incendiario. No es coincidencia que el propio presidente Donald Trump haya hablado en su Twitter de los "Antifas", que son agrupaciones ideológicas muy cercanas al anarquismo, al neomarxismo y a la ultraizquierda, cuyo único objetivo es desestabilizar a los gobiernos de ideas contrarias, a través del único método que conocen: el uso de la fuerza bruta.
Pirómanos psicópatas.

En Chile ya muchas veces la ultraizquierda cavernaria se ha denominado a sí misma como "Antifa". Sin embargo, no deja de ser curioso que una agrupación terrorista que se jacta de ser "antifascista" termine siendo mucho más fascista que aquellos a quienes critica. Esas son las típicas inconsecuencias de la izquierda golpista, que hacen que en la práctica carezcan de cualquier peso intelectual, sino que sólo terminan siendo meros grupos violentistas que se dedican a esparcir su odio y sus frustraciones a través de la violencia organizada.

Sólo es de esperar que el presidente Trump tenga el carácter y temperamento que acá en Chile tanto le faltó a Sebastián Piñera. Porque con terroristas no se negocia. A los terroristas hay que tratarlos como lo que son: como terroristas. El terrorista no entiende con palabras, al terrorista hay que vencerlo, nunca tratar de sentarse a negociar con él.

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