lunes, 20 de abril de 2020

Mitología griega: Talos, ¿el primer robot de la cultura popular?

Esta criatura legendaria de la isla de Creta posee cuatro teorías sobre su genealogía, una de las cuales dice que se habría tratado de un autómata mecánico gigante. 
Talos: El protector de Creta.

Los relatos de la Mitología Griega dan para todo. Está el imponente Minotauro, el siniestro Cíclope, o la hermosa Afrodita. Pero probablemente ninguno de esos personajes sea tan inquietante como el brutal Talos, un enorme gigante de bronce que protegía la Creta minoica de la llegada de posibles invasores.

Según relata la leyenda, existieron cuatro teorías distintas sobre la genealogía del titán Talos, las cuales son muy interesantes de analizar.

1) Talos era el hijo de Cres, quien aparece como un ser superior y que consistía en la personificación de la mismísima isla de Creta.

2) Talos era un autómata gigante, es decir el primer robot de la mitología popular. Habría sido forjado por Hefesto, dios griego del fuego y también patrono de los artesanos, escultores y herreros. Hefesto era la deidad de la metalurgia, sin embargo para la titánica labor de la construcción de Talos le habría tenido que pedir ayuda a los cíclopes.

El enorme Talos.
3) Otra versión relata que Talos era el último sobreviviente de una poderosa raza de gigantes de bronce con vida propia. Fue el primer autómata de los relatos mitológicos, descrito hace ya harto más de dos mil años.

4) La cuarta teoría relata que quien habría forjado al enorme Talos habría sido ni más ni menos que el célebre inventor Dédalo. Sí, el mismo personaje fantástico que hizo unas alas para trata de llegar al cielo y emprendió dicha aventura junto a su hijo Ícaro, el cual murió al caer desde las alturas.

Cualquiera de las cuatro haya sido la versión más aceptada para explicar la existencia del magnífico Talos, el mito lo describe como el guardián de la isla de Creta, el cual estaba encargado de patrullar sus costas y aplastar a cualquier invasor o barco que amenazara la armonía de la isla. Cuando se acercaba algún peligro, Talos tenía dos mecanismos para destruirlo: usar su fuerza para reducirlo a migajas, o bien meterse al fuego para calentarse al rojo vivo y apretarlos hasta derretirlos.

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