sábado, 28 de diciembre de 2019

Thylacosmilus: El extraño “marsupial dientes de sable”

Pese a que este animal era muy parecido al famoso “Tigre dientes de sable” (Smilodon), en realidad evolutivamente estaba mucho más cerca del canguro o del koala.

Cuando la gente habla de animales prehistóricos, usualmente se usa el apelativo “Tigre dientes de sable” para referirse a un felino muy feroz que existió entre el Plioceno y el Pleistoceno, conocido como Smilodon. Sin embargo, durante esos mismos años existió otra criatura que se le parecía bastante, tanto en su corpulencia física como en sus alargados y filosos dientes caninos: este mamífero era el Thylacosmilus. Pese a su evidente similitud, en realidad ambos eran seres muy diferentes, ya que el Smilodon era un felino, mientras que el Thylacosmilus era un súper-predador de la familia de los marsupiales, es decir no era placentario sino que criaba a sus retoños dentro de una bolsa marsupial, tal como ahora lo hacen los koalas y los canguros.

El feroz Thylacosmilus

En aquellos tiempos en que los que Sudamérica era un continente-isla, es muy probable que el Thylacosmilus haya sido el cazador más eximio de ese entonces, ocupando la punta de la cadena trófica, que lo tenía como el amo y señor de un entorno plagado de enormes herbívoros, los cuales eran tan grandes como torpes.

Según ha logrado indagar la ciencia, el ocaso del Thylacosmilus llegó cuando América pasó a ser un continente unificado, ya durante el Plioceno (en la Era Cenozoica). Fue en ese entonces cuando la fauna del norte y del sur se mezclaron, y en muchos casos comenzaron a disputarse por un mismo nicho ecológico. Así fue como al Thylacosmilus le tocó competir contra el otro “Dientes de Sable”: el Smilodon. Si bien ambas especies eran feroces y provistas de una dentadura temible, la agilidad felina del Smilodon, junto con su mayor velocidad, y la capacidad de desgarrar a sus víctimas de un solo zarpazo, terminaron por inclinar la balanza en favor del “Tigre” prehistórico, en detrimento del marsupial más voraz de todos los tiempos. De ese modo fue como la unión del continente americano pasó a ser el “comienzo del fin” para este singular animal, que se vio imposibilitado de cazar con la misma efectividad que su vecino proveniente de las tierras del norte.

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