Durante la Prehistoria, no sólo los dinosaurios asolaron las zonas pantanosas del orbe. Esos lugares también fueron dominados por diversos tipos de reptiles cocodrilomorfos, los cuales estaban emparentados con los cocodrilos actuales. Una de estas bestias fue el siniestro Kaprosuchus, un poderoso lagarto de unos seis metros de largo, el cual tenía la característica de poseer cuatro patas largas y musculosas, lo cual era una clara diferencia con los cocodrilos modernos. Es muy probable que el Kaprosuchus haya sido un eximio cazador, tanto en el agua como sobre la superficie terrestre. Incluso no se puede descartar que fuese un veloz corredor, el cual no daba ninguna clase de ventajas en tierra firme a sus víctimas, en la vital carrera para cazar y evitar ser cazado.
El nombre del Kaprosuchus viene del griego y significa "cocodrilo jabalí", justamente en alusión a una de las principales características morfológicas de esta arcaica criatura del Cretácico superior: sus enormes colmillos, que tal como en el caso de los jabalíes le sobresalían desde el hocico hacia afuera. La apariencia que este terrible reptil inspiraba no era para nada de amistosa, y es muy previsible que se haya tratado de un predador innato.
Perteneciente a la familia Mahajangasuchidae, esta feroz bestia de comportamiento anfibio conformó por sí sola un género, ya que hasta ahora sólo se le conoce una especie tipo: el Kaprosuchus saharicus. Como su nombre lo indica, sus restos fueron hallados en el Desierto del Sahara, específicamente en Níger (país del norte de África).
Perteneciente a la familia Mahajangasuchidae, esta feroz bestia de comportamiento anfibio conformó por sí sola un género, ya que hasta ahora sólo se le conoce una especie tipo: el Kaprosuchus saharicus. Como su nombre lo indica, sus restos fueron hallados en el Desierto del Sahara, específicamente en Níger (país del norte de África).
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