sábado, 28 de abril de 2018

Chile Vamos debe proyectar el gobierno del presidente Piñera

Aunque recién comienza el período del actual mandatario, desde ya hay que ir planificando la estrategia para sucederlo, porque estos cuatro años se pasarán volando...

Si bien muchos conciben la política como "la búsqueda y la lucha por el poder" (concepto ideado por Nicolás Maquiavelo), yo prefiero creer que en rigor la política es mucho más que eso: es la búsqueda constante del Bien Común, tal como alguna vez dijera el sabio Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, igual hay que darle ciertos créditos a la primera definición, ya que si no se logra obtener el poder es muy difícil brindarle al pueblo el ansiado Bien Común (con mayúsculas).

En Chile se sufrió mucho en las pasadas elecciones, ya que estuvieron bastante reñidas. Si bien ganó el presidente Sebastián Piñera, a ratos muchos creyeron que la cosa podía complicarse más de la cuenta si todas las fuerzas de izquierda se unían en torno a la figura del candidato Alejandro Guillier.

¿Pero qué pasó que finalmente toda la izquierda no se unió por completo en torno a Guillier, y a su vez Piñera fue apoyado por un porcentaje más alto que el registro histórico de la centroderecha? Simple: Piñera apeló al electorado de centro, mientras que Guillier se corrió más y más hacia la izquierda, llegando incluso a invocar al asesino Ernesto "Che" Guevara o negando en todo momento criticar al dictador venezolano Nicolás Maduro.

Estas elecciones deben ser no sólo un remezón, sino que también una verdadera enseñanza para la derecha: se constató por segunda vez en los últimos 40 años que la derecha no gana una elección democrática sin el apoyo del centro político y del electorado apartidario (que carece de preferencias o ideologías). La derecha y la centroderecha por sí solos NO le ganan a la izquierda, y la única forma en que lo pueden lograr es uniéndose al centro. Así de simple.

El presidente Sebastián Piñera.

Ahora hay que pensar en hacer un buen gobierno, ya que sólo así podremos recuperar el tiempo perdido para Chile después de 4 años desastrosos bajo la batuta de la ineptocracia socialista de Michelle Bachelet. Lograr el Bien Común debe ser una prioridad para el presidente Piñera y para cada uno de los funcionarios públicos que él y sus asesores escojan para llevar a cabo esta valiosa pero reconfortante tarea.

Pero hay que también mirar a futuro, ya que estos 4 años de gobierno se pasarán volando. No habrán pasado ni 500 días cuando ya se esté especulando en torno a los precandidatos por uno y otro lado, y es ahí donde la derecha debe saber escoger bien, tal vez con pinzas. Si bien yo ya tengo un par de nombres en carpeta, no los diré por ahora porque prefiero ver con atención su desempeño en los meses venideros. Sin embargo, a continuación daré las tres principales características que sí o sí debe tener el candidato ideal con miras a las presidenciales del 2021:

1) Intachable trayectoria política: Tal vez este debe ser el punto más importante, porque mientras más intachable sea, menos tendrá para que sus adversarios le saquen en cara.

2) Ser un candidato muy preparado y con excelente dialéctica: Este es un dato no menor, porque hasta antes del debate entre Piñera y Guillier, para muchos el favorito era el senador oficialista, pero en dicha instancia Piñera realmente demolió con sólidos argumentos a Guillier, ganando así el voto de muchos indecisos gracias a un coloquio que fue lapidario para las opciones del abanderado izquierdista.

3) Debe ser capaz de conquistar al electorado de centro: Siendo yo una persona muy de derecha, no tengo problemas en admitir que el candidato ideal (y también el presidente ideal) es un hombre de centroderecha, mucho más que uno demasiado cargado a la derecha. Un político con una visión muy sesgada hacia el extremo diestro del electorado jamás podrá ganarse el voto de los indecisos y de los apolíticos, y aún siendo tal vez un muy buen político, evidentemente puede llegar a ser un muy mal candidato. Porque en política las cosas son así: no siempre el buen político es un buen candidato, y no siempre el buen candidato es un buen político.

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