Si bien actualmente la vida del humano y la del perro parecen estar íntimamente ligadas, a tal punto que muy pocos niegan la veracidad respecto a que “el perro es el mejor amigo del hombre“, en realidad esto no siempre fue así. Durante la prehistoria, y mucho antes de que el humano fuera tal como ahora lo conocemos -cuando recién era un homínido un poco más hábil e inteligente que el resto- los antepasados de los actuales caninos eran fieras criaturas que cazaban en grupo, muchas veces compitiendo con el hombre por someter a las mismas presas.
Aelurodon ferox, un eximio cazador |
Durante esos lejanos tiempos en que la evolución sometía con pragmática crueldad a los más débiles y hacía perdurar a los más feroces, bravos o intrépidos, hubo un género que dominó por más de 15 años lo que actualmente es Norteamérica: la familia de los Aelurodon, los cuales aparecieron hace 21 millones de años (Mioceno Medio), desapareciendo hace unos 4,9 millones de años (Plioceno Inferior).
Según estipulan los científicos, este género de mamíferos eran tan aguerridos para atacar a sus víctimas, que con frecuencia se les conoce como “Perros devoradores de huesos”. En total, se sabe de seis especies de cánidos que pertenecieron a esta familia, siendo los más representativos el Aelurodon ferox y el Aelurodon taxoides, los cuales eran verdaderos perros de presa que atacaban en manada, sin importar el tamaño ni la velocidad de su oponente. El más grande de todos ellos era el Aelurodon taxoides, que era casi del porte de un tigre; mientras que el más voraz era el Aelurodon ferox, cuyos dientes eran afilados como una daga.
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