Para muchos, las palabras "mono" y "simio" son sinónimos, pero en realidad no lo son: la diferencia radica en la cola, ya que el mono tiene cola y el simio no. Es necesario hacer esta aclaración para explicar que tanto el gorila como el chimpancé o el orangután son simios y no monos. Sin embargo alguna vez existió un simio mucho más grande que cualquiera de ellos, y que perfectamente puede ser considerado una especie de "súper simio", debido tanto a sus enormes dimensiones como a su descomunal potencia física: ese animal fue el Gigantopithecus, el cuál habitó hace un millón hasta cien mil años en lo que actualmente son China, India y Vietnam.
El padre de los simios |
Ningún otro primate que haya existido ha sido tan grande como el gigantopiteco, el cual medía más de tres metros de altura y pesaba más de 500 kilos (más o menos lo mismo que un toro). No pocos asocian su impresionante y robusto aspecto con las leyendas del Yeti (en Asia) o Pie Grande (en Norteamérica). Es probable que este gigante peludo haya sido más parecido a un orangután que a un gorila, o por lo menos una inquietante mezcla de ambos.
Según hallazgos científicos, se especula que el gigantopiteco fue herbívoro. De esta forma, la causa más posible de su extinción debe haber sido el cambio climático ocurrido durante la última glaciación, lo cual hizo disminuir drásticamente su hábitat natural que eran los bosques. Además, otro factor que jugó en su contra fue que de seguro nunca se pudo adaptar a la competencia por un nicho ecológico que tuvo contra los nuevos primates que surgieron: los hombres prehistóricos, mucho más inteligentes y audaces para adaptarse a un entorno peligroso y cambiante.
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