Sin dudas que la inmigración en Chile ha sido uno de los temas más controvertidos y polémicos del último tiempo. En lo personal estoy a favor de la inmigración, aunque admito que no es fácil ser una persona de derecha y tener que lidiar a diario con fanáticos de mi mismo sector político que lo único que hacen es disparar añejas consignas xenófobas, racistas y clasistas en contra de nuestros hermanos inmigrantes.
La xenofobia es un verdadero lastre. |
El tema de la inmigración llegó para quedarse, así como también lo es la gran temática de la globalización y del mundo globalizado en el cual vivimos. La inmigración es uno de los pilares fundamentales de la globalización, y como tal me parece que luchar contra la esencia misma de nuestros tiempos es vetusto y atemporal. Nadie tiene derecho a impedirle a un migrante la posibilidad de irse a otro país para buscar una nueva vida. Obviamente eso debe ser siempre y cuando el migrante sea una persona de bien, ya que a los delincuentes sí hay que expulsarlos de inmediato (y ahí no pueden haber dobles lecturas).
Critico enérgicamente la mentalidad añeja de la ultraderecha xenófoba, que de forma repetitiva y amargada repite consignas basadas en un racismo de la época de Hitler, las cuales además las potencia con slogans fundamentados en un clasismo que hace rato ya debería estar extirpado de nuestra sociedad. La derecha debe enarbolar otras banderas que sí vale la pena defender, como lo son la generación de empleo, el crecimiento económico y la inclusión, y luchar por causas que sí son valiosas, en vez de hacer suyas banderas tan nefastas como la xenofobia y el racismo.
Pero acá también critico la demagogia intrínseca y patológica de la izquierda, que cree que solamente basta con ser abiertos a la inmigración, pero sin proponer ninguna medida pro crecimiento económico para sustentar dicha corriente migratoria. Sin crecimiento económico no hay generación de empleo, y sin generación de empleo no hay país que resista las corrientes migratorias.
En conclusión, creo que la solución pasa por tomar lo más rescatable de cada sector: la apertura inclusiva de un lado, y el enfoque pro-crecimiento de otro. Sólo así podremos recibir a los inmigrantes con un país pujante y no con una economía en recesión (producto de las políticas que promueve la izquierda).
Y lo más importante: veamos a los inmigrantes como hermanos, y no como adversarios u enemigos. Es terrible ver como hay gente que critica a la dictadura de Nicolás Maduro pero quiere cerrarle la puerta en la cara a los refugiados venezolanos, y es aún más terrible es ver como hay gente que va a misa todos los fines de semana y es incapaz de ponerse en el lugar del drama humanitario que sufren los refugiados haitianos. Empatía con el prójimo, esa es la clave de todo.
1) Es importantísimo aclarar la diferencia entre inmigración convencional y tráfico de seres humanos, ya que muchos suelen confundirlos. En Chile, la mayoría de los inmigrantes que hay son inmigrantes propiamente tal, pero no todos. Lo sucedido con los haitianos durante el nefasto gobierno de Michelle Bachelet fue un caso brutal y lamentable de tráfico de seres humanos, donde por las noches llegaban aviones a escondidas y cargados de personas provenientes de Haití, quienes siempre ingresaban a nuestro país con misteriosos sobres amarillos, y todo bajo un completo hermetismo. Alguien los estaba reclutando para obtener mano de obra barata, lo cual es totalmente repudiable. Y de hecho, no dudo en decir que los organizadores de ese brutal caso de tráfico de seres humanos ahora deberían de estar presos.
2) Si bien el caso de gran parte de los haitianos tiene toda la apariencia de haber sido tráfico de seres humanos, ellos no son los culpables sino que son las víctimas. A muchos de ellos se les trajo engañados y con promesas falsas, y creo que de seguro hay importantes autoridades del gobierno anterior que están muy implicadas en este caso. Y lo mínimo sería que salieran a aclarar de una vez por todas este nebuloso caso.
3) Desde mi perspectiva personal, la xenofobia es repulsiva y siempre será repudiable. Nadie merece que se le discrimine por tener un origen geográfico distinto. Sin embargo, vale la pena hacer la diferencia: una cosa es apoyar al inmigrante decente y trabajador, pero eso en ningún motivo debe significar defender o justificar al inmigrante que sea delincuente. A los que lleguen a delinquir, hay que tratarlos en forma enérgica y con todo el rigor de la ley. Al delincuente se le trata como delincuente.
4) El inmigrante ilegal es el que ingresa al país por pasos ilegales. Punto. Todo el resto no son ilegales, sino que son personas en situación de irregularidad, a los cuales hay que ver si es posible que regularicen sus papeles (no siempre se puede, pero sí muchas veces). Dicho esto, aclaro que quien entra a Chile por pasos ilegales debería de ser deportado lo antes posible.
En ese aspecto tenemos que ser claros: el inmigrante que ingresa por pasos ilegales es un inmigrante ilegal. Pero así como hay que ser categórico con ese punto, también hay que serlo para catalogar de xenófobos a todos aquellos que ponen en práctica la nefasta xenofobia contra los inmigrantes. El que se burla de los inmigrantes por su condición de inmigrantes, o bien que los denosta tratándolos irónicamente de "seres de luz" o de "invasores", claramente sí es un xenófobo. Así como hay que ser tajante hacia un lado, también hay que serlo hacia el otro.
5) La actual Ley de Inmigración existente en Chile es atemporal. Se hizo en el año 1975, cuando en Chile estaba al mando el General Libertador Augusto Pinochet, y en esa época los pocos inmigrantes que llegaban al país era para ser operadores políticos de izquierda, o derechamente para enrolarse en agrupaciones terroristas como el MIR. Es por eso que en ese entonces se les empezó a exigir contrato laboral previo para ingresar al país, pero eran otros tiempos y otras circunstancias.
6) En vista de la discusión de la Ley de Inmigración, algunas personas aseguran que el inmigrante debe llegar a Chile con contrato laboral bajo el brazo. Eso sería lo ideal, sin embargo en el mundo real eso no se da nunca, o casi nunca. Salvo los futbolistas y los apitutados de siempre, nadie o casi nadie emigra a otro país con el contrato laboral en la mano. Lamentablemente, este es el punto más complejo, pues como los xenófobos se han negado a modificar este punto específico, a los izquierdistas les dio por cambiar todo y llenarlo de utopía barata, llegando a estar ad portas de imponer una Ley de Inmigración que sería un esperpento y un monumento a la demagogia.
7) La izquierda quiere que el inmigrante llegue al país y se quede de inmediato acá. En otras palabras, Chile pasaría a ser el único país del mundo que no tiene ninguna clase de barreras para los inmigrantes, pudiendo ingresar narcotraficantes, terroristas, violadores, pedófilos, y un largo etcétera de personajes de dudoso prontuario. Triste pero cierto.
8) Lo que hay que hacer es buscar un punto intermedio. Ponerle exigencias al inmigrante en diversos temas. Primero, una hoja de antecedentes en limpio, certificando que nunca haya cometido un delito en su vida. Segundo, declaración jurada (y firmada), que al primer acto delictual que cometa, debe ser deportado de inmediato, y que el Estado Chileno tiene toda la potestad de expulsarlo del país en forma permanente debido a su mal comportamiento. Tercero, hacerle un completo chequeo médico, para impedir que ingresen personas con enfermedades venéreas e infectocontagiosas como el SIDA u otros, y además que no tengan patologías crónicas de difícil y caro tratamiento.
9) Una vez aprobadas todas esas exigencias, creo que lo más cuerdo es darle al inmigrante una visa laboral, pero que no sea indefinida, ni mucho menos. Ésta debe ser por un período establecido (cuatro meses me parece que es un tiempo prudente) para que la persona inmigrante pueda encontrar un trabajo. Debido a que al llegar no tendrá trabajo, durante esos cuatro meses debe ser capaz de solventar sus propios gastos, por lo cual tendría que probar que trae consigo al menos el dinero equivalente a cuatro sueldos mínimos de Chile para sobrevivir mientras adquiere el estatus de trabajador formal o semi formal.
10) Si la persona encuentra un trabajo antes de esos cuatro meses (u otro período que puede ser debatible), puede prolongar su visa laboral por otros meses más. Y así sucesivamente, hasta lograr regularizar su situación. Pero esto debe ser siempre y cuando pueda comprobar que ya ha realizado la iniciación de actividades laborales, y que se encuentra recibiendo boletas de honorarios o que está con contrato laboral.
11) Si la persona no es capaz de encontrar un trabajo en el plazo estipulado, no se le renueva su visa laboral y debe abandonar el país lo antes posible. Lamentablemente, esto puede sonar muy cruel, pero creo que también hay que velar por los intereses económicos de la nación, y de los propios chilenos.
12) El ingreso de inmigrantes para obtener esta visa laboral que yo propongo debe ir de la mano del crecimiento económico que haya experimentado el país durante los meses previos. Si el crecimiento ha sido negativo, nadie podrá entrar, pero esa cantidad de inmigrantes puede ir en aumento conforme más crezca la Economía de Chile. Esto a la vez sería un estímulo para lograr una comunión entre Economía e Inmigración, y así demostrar que ambas no son antagónicas, sino que perfectamente pueden ser complementarias.
13) A los inmigrantes que quieran venir a buscar trabajo, necesariamente hay que hacerles de entrada un test oral y escrito para ver si manejan bien nuestro idioma. Esto debido a que la barrera idiomática es crucial a la hora de encontrar una fuente laboral. Y si alguien no maneja nuestro idioma castellano, sería muy difícil (o casi imposible) que en el plazo estipulado que propongo (cuatro meses) pueda adquirir un sustento laboral que le permita quedarse por más tiempo.
14) Lo importante es tratar de buscar un punto intermedio entre dos posturas diametralmente opuestas. Es una tarea titánica, pero creo que no imposible... y vale la pena que como país lo intentemos.
15) En el tema de la inmigración hay que dejar de lado la discriminación. Todo el mundo alguna vez puede transformarse en un inmigrante; y muchas veces las cosas en la vida se devuelven. No hagas con el otro lo que no te gustaría que te hagan a tí. Además, como católico yo soy de la idea que uno no puede discriminar al prójimo, sobre todo cuando es una persona decente y que no eligió nacer donde nació.
15) Si aquellos que aún insisten en la xenofobia no los convence el argumento valórico, piénselo desde la perspectiva electoral: en las próximas elecciones habrán 400 mil inmigrantes con derecho a voto, y si la derecha sigue enarbolando la nefasta bandera de la xenofobia, olvídense de que le vamos a ganar a la izquierda (y la izquierda de ahora no es la centroizquierda de los años 90s, sino que es una ultraizquierda mucho más cavernaria y radical).
17) Sí, es cierto que en este comentario he tocado aspectos de índoles muy diversas. Alguien podrá decirme que "estoy mezclando peras con manzanas", pero a ellos les respondo ¿acaso la política no consiste justamente en mezclar peras con manzanas? Por tratarse del comportamiento de humanos en sociedad, la política se relaciona con un sinnúmero de aspectos de índole muy diversa. Además, en política ningún problema es lineal: los temas políticos -así como los problemas sociológicos- son siempre mucho más complejos y abarcan una gran cantidad de tópicos, a veces inimaginables.
18) La inmigración debe ser pareja entre hombres y mujeres, de lo contrario se producirían serias alteraciones en la composición demográfica del país. Hasta ahora han llegado muchos más inmigrantes hombres que mujeres, y eso no puede ser. Ese será un tremendo problema, y nadie dice nada de eso. Además, la mayoría de los inmigrantes que cometen delitos son hombres y no mujeres.
19) Si se me quedó algún tema sobre el tintero, espero profundizarlo en la siguiente oportunidad que escriba al respecto en este blog.
No hay comentarios:
Publicar un comentario