sábado, 2 de diciembre de 2017

La Teletón la hacemos todos

Pensar que a veces uno se pone triste porque la niña que a uno le gusta no pesca; o se queja porque en el trabajo no gana lo suficiente, o porque le toca trabajar un domingo; o incluso uno se achaca cuando pierde su equipo de fútbol… pensar que todos esos problemas son la nada misma al lado de los verdaderos dramas que sufren los niños de la Teletón, y sin embargo ellos nos dan una verdadera lección de optimismo y de fuerza sobre cómo enfrentar los momentos duros de la vida.

Teletón, el orgullo de Chile.
La vida es difícil para todos, pero para unos lo es más que para otros. A veces son esos niños con discapacidades los que deberían andar con la cara triste y no nosotros, pero es al revés. A veces son ellos los que nos enseñan a disfrutar de las cosas sencillas: a ver que las verdaderas alegrías no están en tener el mejor auto, ni el mejor sueldo, ni en vivir en el mejor barrio o en tener la mejor mina… no, la verdadera alegría está en disfrutar la vida con lo bueno y lo malo que tenemos.

Es por todo esto, que creo pertinente hacer esta reflexión, ya que esos niños de la Teletón nos dan una enseñanza de vida durante 365 días al año, ¿y por qué entonces nosotros no vamos a tener corazón para dedicarles solamente 27 horas de amor y ponernos en su lugar? Hagamos que estas 27 horas nos sirvan para dejar de lado las odiosidades que tanto nos dividen a nosotros los chilenos, y aunque sea por una vez en el año nos pongamos en el lugar del prójimo, del más débil y del que sufre; de ese niño inocente que a veces lo único que tiene en la vida es la ilusión de algún día superar todas esas adversidades y poder sonreír y salir adelante, tal vez a veces sin mucha fe, pero nunca sin esperanza.

La Teletón no es de un banco, de un animador o de una empresa: es patrimonio de todos los chilenos: de los con discapacidades y de los sin discapacidades; de los del norte y los del sur; de los de izquierda y de los de derecha… y como tal debemos cuidarla y sobre todo seguir apoyándola. Apoyemos a esa gente, no sólo para decir con orgullo que “Chile es un país solidario”, sino que simplemente porque esas personas en verdad necesitan de todos nosotros… 

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