Durante la prehistoria, buena parte del mundo estaba cubierta por bosques, estepas y llanuras. Fue en ese contexto dónde se dieron las condiciones necesarias para que un animal sobrepoblara el globo terráqueo: el Mastodonte. Hablar de este proboscídeo es referirse al paquidermo más exitoso que haya existido, ya que sus manadas pastaron en los prados de toda América y Europa, además grandes extensiones de Asia y África.
El mastodonte era un mamútido que conformó la base de la familia Mammutidae o Mastodontiae, y estaba muy emparentado con los verdaderos mamuts (los cuales pertenecían a una familia distinta llamada Elephantidae). Este cuadrúpedo herbívoro apareció en el mundo hace 20 millones de años durante el Oligoceno, y terminó de extinguirse recién hace unos 8 mil años (Holoceno), debido una vez más a la caza indiscriminada por parte del ser humano.
Un animal lanudo y amistoso |
El mastodonte era parecido a un elefante, pero completamente peludo. Muchos lo asocian al mamut lanudo, pero sin esa gran protuberancia en su cabeza, lo que lo hacía tener un aspecto muy distinto. Este paquidermo parecía ser una criatura afable, y además no era tan grande: medía 3,5 metros de altura y pesaba poco más de seis toneladas. El tamaño de sus colmillos era variable, pero se han encontrado ejemplares que tuvieron colmillos curvados de hasta 5 metros de largo.
Al igual que todos los proboscídeos que han terminado por extinguirse, la cruel cacería por parte del hombre jugó un papel preponderante. Apenas el humano aprendió a cazar, la población de mastodontes fue disminuyendo dramáticamente, y aquel verdadero "imperio" que alguna vez se extendió por cuatro continentes terminó por transformarse en lastimeros rebaños que en vano intentaban esconderse de un predador mucho más inteligente y despiadado que él, contra el cual jamás pudo encontrar un mecanismo de defensa. Los últimos días del mastodonte fueron aún más tristes: los escasos individuos que iban quedando perecieron víctimas de una epidemia de tuberculosis, la cual terminó por sepultar para siempre a uno de los animales más maravillosos que haya conocido el planeta.
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